Una génesis extramuros del templo
Ganador del Premio Planeta 2012 con la novela policial La marca del
meridiano, séptima entrega de la serie de historias de investigadores que
protagonizan los agentes Bevilacqua y Chamorro, el español Lorenzo Silva pasó
por Buenos Aires. El autor analizó la actualidad de la novela
negra, del panorama editorial y las reacciones del campo cultural ante la crisis
que atraviesa la península.
“Disculpa, pero es un gesto que
no me sienta bien”, responde Lorenzo Silva, cuando el fotógrafo de PERFIL le
pide que, sentado, ponga su mano bajo su mentón, emulando la universal postura
de la escultura de Auguste Rodin. Significativa respuesta, tratándose de un best seller: los libros de Silva, autor
especializado en novela negra, se encuentran en la actualidad entre los mayores
éxitos de ventas en España y, de paso por Buenos Aires, lo espera una pregunta
ineludible: ¿por qué hay tal cantidad de mala literatura del género? ¿Qué es lo
que hace que incontables cantidades de libros policiales sean editados de modo
constante, sin pena ni gloria? “Tiene que ver con el éxito, y con una génesis
extramuros del templo –responde el autor de La
marca del meridiano, ganador del Premio Planeta 2012-. Hay literatura que
nace en el templo, y el templo la mima y la cuida. La novela negra nació en el
callejón. Mucha gente del templo la miró mal durante mucho tiempo, y encima
tuvo éxito, que es lo peor que puede tener alguien del callejón. Los grandes
clásicos de la novela negra, como Chandler, se han pasado toda la vida
ganándose el derecho a existir como escritores. Esa vida marginal de un género
atrae sobrevivientes, lo cual ha generado buena parte de la mala literatura
policíaca histórica. La mala literatura policíaca actual tiene otra génesis: la
novela negra en este momento ocupa un lugar central, no en el templo, pero sí
en el mercado. Cuando algo resulta exitoso en el mercado, atrae inmediatamente
al practicante oportunista. Hay gente que improvisa mucho, que tiene un
conocimiento muy somero del sustrato real sobre el que se asienta la literatura
policial”, señala Silva, que además trabajó como abogado y mantiene un contacto
constante con investigadores, policías, jueces y fiscales de Madrid como parte
de un trabajo de investigación que nutre sus novelas. En su país, alcanzó el éxito de público
debido principalmente a la serie de historias policiales protagonizadas por los
guardias civiles Bevilacqua y Chamorro, de la que La marca del meridiano es la séptima entrega.
Mucho se ha
hablado de la crisis económica, política y social que atraviesa España desde
hace algunos años, y que todavía no parece encontrar desahogo. El campo
cultural español se ha visto modificado por ese panorama, al tiempo que
conforma uno de los principales bastiones de resistencia a cierto espíritu de
desesperanza que recorre la vieja península. Silva aporta su mirada: “La crisis
se nota en el campo cultural. Organizo un festival de novela policíaca en
Madrid hace seis años. En la primera edición empecé con un presupuesto, que en
parte lo ponía un municipio. Al año siguiente mi presupuesto fue la mitad, y
con esa mitad sigo. En España hubo que aprender a hacer las cosas con la mitad
de dinero. Ha habido quien aprendió y quien no. España, para determinado tipo
de proyectos que requieren dinero, ha sido letal. La cultura está apretada en
este momento. ¿Quiere decir que está muerta? No. Hay mucha gente peleando, que
suple con imaginación la falta de medios. En el ámbito de la novela negra hay
un florecimiento. He leído en este año media docena de novela negras españolas
muy buenas. La cultura es buena parte de la apuesta que tiene que hacer España
para salir de su crisis. Somos una sociedad que sabe salir adelante”, analiza.
Consciente de
la realidad del mundo editorial, en el que no siempre son editados los autores
que más merecen la pena, sino aquellos que garantizan las ventas, Silva puso en
marcha en 2012 Playa de Ákaba, el
sello editorial que dirige junto a su compañera, la poeta Noemí Trujillo. Así
lo describe: “Teníamos la idea de que hay libros valiosos que no se publican, y
que en el último tiempo hay una suerte de desvalorización del oficio de editor.
Reivindicamos el oficio de alguien que apuesta por el talento y da la cara por
el autor. Se ha puesto de moda que el autor debe poner la cara y debe andar
justificándose ante todo el mundo. Un editor vale para que el escritor tenga
alguien que salga a dar la cara por él. Nosotros publicamos poesía, un género
muy maltratado editorialmente. Nuestra idea es buscar buenos poetas y editarles
bien los libros. Los poetas normalmente son mal editados. También estamos
tratando de buscar nuevos novelistas. El desarrollo de la literatura no pasa en
editar lo que ya está comprobado que vende, sino en hacer nuevas apuestas. Lo
que para una editorial grande puede ser un suicidio publicar, para nosotros
puede ser un éxito. Cuando leí la primera reseña que salió sobre la novela de
Carlos Soto que publicamos, escrita por Andrés Ibáñez, que es un crítico
exigente, en la que decía que el autor `entra como una carga de caballería en
el panorama narrativo español´, me produjo más satisfacción que cuando algo así
es dicho de un libro mío. Es como con los hijos: haces algo bien y te
gratifica, pero un hijo tuyo hace algo bien, y la alegría es como el triple”,
se sincera Silva, que cuando se le pregunta por algunos nombres sobresalientes
de la actualidad literaria de España, no duda en nombrar “tres Carlos: Soto,
Zanón en el ámbito de la novela negra, y Castán, el mejor prosista presente”.
Publicado en el suplemento de Cultura de Perfil el domingo 25 de agosto de 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario