lunes, 31 de diciembre de 2012

Conexión Carvalho


El escritor y periodista brasileño visitó Buenos Aires en el marco del ciclo “Encuentro con la literatura brasileña”, organizado por el Malba. En un diálogo abierto al público, habló de las obsesiones que motorizan su obra, del estado de la literatura de Brasil y de la invitación de honor a su país para la Feria de Frankfurt del año próximo.






Bernardo Carvalho se acomoda en un sillón que simula ser de cuero, no sin cierta timidez. Frente a él, el coqueto auditorio del Malba donde los asistentes, mayormente estudiantes y periodistas, lo escrutan con la mirada sostenida y las orejas cubiertas con los auriculares que traducirán su portugués carioca al castellano rioplatense. A un costado, se ubica el editor y escritor Damián Tabarovsky, que introduce la charla al señalar que Nueve noches fue el gran salto de Carvalho hacia la primera división de la literatura brasileña y latinoamericana.  “Sí, fue un salto en mi obra, pero al mismo tiempo fue un problema, porque tuvo un efecto reactivo. Se publicó en un momento de menor interés por la ficción y de un interés creciente por la no ficción. Yo venía escribiendo una ficción muy alucinada, estaba como enredado. Pensaba que era necesario no repetirme. Estaba en un estado muy sensible y no encontraba mi voz. Había entregado un libro de cuentos a un editor, y la devolución fue pésima. Cuando creía que estaba acabado como escritor, leí en el diario la reseña que hacía una mínima referencia a Buell Quain, el antropólogo estadounidense que se suicidó en Brasil en 1939. Esa nota me despertó una obsesión por saber más de esa historia. Paradójicamente, Nueve noches fue el libro que me devolvió a la ficción a través de un juego con la no ficción. Fue un salto, pero también fue leído de un modo que no hubiera querido”, se explaya Carvalho, que con simpleza y algo de humor relata las sensaciones de pesar que antecedieron a la creación de Nueve noches, un libro plagado de misterios que lo coronó como uno de los escritores más atendibles de la escena del Brasil contemporáneo, y que junto con Teatro, editado por Corregidor, representan el pequeño corpus de su autoría disponible en castellano en nuestro país.

Carvalho nació en 1960 en Rio de Janeiro, la cidade maravilhosa. Se gana la vida en parte como escritor, en parte como traductor (tradujo a Juan José Saer al portugués), pero fundamentalmente como periodista y editor en medios gráficos. Fue corresponsal en París y Nueva York del Folha do Sao Paulo, trabajo que funcionó, paradójicamente, como un disparador fundamental para su obra narrativa: tanto Teatro, como Nueve noches, tienen sus orígenes en noticias publicadas en la prensa, leídas casi al azar: “Me interesa establecer conexiones entre aquellas cosas o situaciones que en sí no están relacionadas. Ese es el principio de la literatura. Dentro de ese terreno, las noticias de los periódicos me dan un sustrato para escribir ficción”, sostiene el autor, que en Teatro diseña una trama compuesta por dos historias entrelazadas, atravesadas de lleno por el crimen, la violencia y el misterio, donde la paranoia es el término clave que define y marca el pulso de la narración. “Es que la paranoia, para mi escritura, es algo positivo”, confiesa.

Nueve noches, por su parte, es un libro por demás complejo. No es una novela, aunque está repleta de recursos literarios. Tampoco es una investigación periodística, aunque la historia que narra es verídica: Buell Quain, un joven pero destacado antropólogo estadounidense, se suicidó durante su retorno a la ciudad de una aldea indígena en las profundidades de Brasil el 2 de agosto de 1939. Desde entonces, el caso quedó condenado al olvido. De esta manera, Carvalho desata una furiosa carrera de investigación que lo llevó a escribir este libro que no sólo es la búsqueda de una respuesta a la misteriosa muerte del investigador, sino también un complejo entramado de amores, odios, traiciones, miserias del mundillo académico. A su vez, el libro ingresa en la dimensión autobiográfica de la relación del autor con su padre: “En un momento dado, llegué al punto en que no nadie nuevo a quien preguntarle acerca de Quain. Entonces, empecé a enviar cartas a Estados Unidos, buscando personas en las guías, por apellidos que coincidieran con partícipes de la historia. Todas las cartas volvieron cerradas. Nadie las había leído. Comprendí entonces que la investigación había terminado. Fue entonces cuando comencé a trabajar en el plano de la ficción autobiográfica de mi infancia con mi padre”, explica Carvalho.  

Si bien en los últimos años en Brasil se ha registrado un incremento de la industria cultural, con una suba de los incentivos estatales, de cara a la invitación de honor al país para la Feria de Frankfurt de 2013, Carvalho no se muestra optimista al respecto: “Brasil es ahora más complejo y diverso que antes. Hay una apuesta por una nueva literatura realista que plasme esa situación –señala Carvalho-. Para la literatura que me interesa, que es una ficción de resistencia, de contra, es un escenario desfavorable. Hoy Brasil está en busca de su literatura de masas. La cara que el país mostrará en Frankfurt probablemente no sea su veta más interesante, que es la vasta literatura experimental que existe, sino aquella que busca estar a tono con un estilo globalizado y lleno de clichés”.



 Publicado en el suplemento de Cultura de Perfil el domingo 23 de diciembre de 2012

martes, 11 de diciembre de 2012

La banda más guapa de Brasil

La banda más guapa de Brasil
Por Juan Francisco Gentile. A banda mais bonita da cidade es un quinteto de Curitiba que trascendió el under gracias a la visualización en las redes sociales de su primer video clip. Su primer disco es una síntesis entre el rock con sello indie y la tradición de la canción brasileña 

Charles Bukowsky ya había dejado su trabajo de cartero del servicio postal estadounidense en Los Angeles para dedicarse íntegramente a beber y escribir. Corría el año 1972.
Luego de décadas de ganarse la vida a través de múltiples trabajos mal pagos y humillantes, entre los cuales el de repartidor de cartas fue lo más cercano a un empleo formal en la historia laboral del autor de novelas como Factótum y Pulp, finalmente podía centrarse en lo que realmente lo apasionaba: las calles, la bebida y la literatura, en franca relación retroalimentaria.
Fue entonces cuando Bukowsky escribió aquel cuento que sacudió con su estilo y su temática a lectores de todo el mundo: “La chica más guapa de la ciudad”, relato incluido enErecciones, eyaculaciones, exhibiciones. Cass, una chica de inigualable belleza y una extraordinaria habilidad para esfumarse cuando los hombres creen allanado el camino a la cama, se autoflagela a la vista de todos con alfileres y botellas de vidrio para evidenciar ante el mundo lo perecedero de la belleza física.
Ya sea por lo impresionante su temática, por la maestría de Bukowsky al narrar  o por la ternura que despierta la historia de Cass (que como saben quienes lo leyeron, y como imaginarán quienes no, no termina comiendo perdices), el relato fue retomado por múltiples obras teatrales, musicales y cinematográficas. Aquí nomás, en el Río de la Plata, Fito Páez compuso una suerte de diálogo con la historia de Cass en la canción más famosa de su disco Ey!, de 1988, “Polaroid de locura ordinaria”: “Brillaba era una perla / y nunca hacia nada / después dijo que me amaba / y se hundió la gillete”.
El cuento de aquel exponente de la generación Beat fue también el disparador para que un grupo de jóvenes brasileños de la ciudad de Curitiba pusiera nombre a una de las bandas de rock más interesantes que surgieron en los últimos años en el continente: A banda mais bonita da cidade. Integrada por Uyara Torrente (voz), Vinicius Nisi (teclados), Rodrigo Lemos (guitarras) Diego Plaça (bajo) y Luís Bourscheidt (batería), esta agrupación nació como joyita oculta del under curitibense. Repentinamente se volvió un fenómeno de las redes sociales y sacó su disco debut a fines del año pasado, conformado por trece canciones que muestran una equilibrada fusión entre el rock de cuño indie angloparlante y la tradición cancionística del Brasil, conocida como MPB (Música Popular Brasileña).
Desde su formación en 2009, la banda dio los pasos que indica el manual: tantas presentaciones como fueran posibles; en bares, clubes, festivales, eventos, difusión boca en boca, usuario en alguno de los sitios en línea que permiten alojar y escuchar música gratis y la prepotencia de trabajo propia de la juventud. Hasta febrero de 2011, A banda mais bonita da cidade no había traspasado el rango de alcance común a una banda de garaje, aunque con una calidad compositiva superior a la media y un sonido profesional.
Fue entonces cuando captaron la atención de millones de ojos: lanzaron en you tube el video de la canción “Oração”, que se convirtió en un fenómeno de las redes sociales, alcanzando en tres semanas la cantidad desmesurada de cinco millones de reproducciones. ¿Las razones? La calidad del tema, lo original de la idea, una realización impecable y buen tino a la hora de difundir.
El video consiste en un plano secuencia (toda la historia audiovisual narrada en una sola toma, de tipo travelling) filmado en una vieja casona del sur de Brasil, en el cual la cámara acompaña a Leo Fresatto, compositor del tema pero no integrante de la banda, en un recorrido in crescendo en el que se encuentra con músicos y amigos que entonan la canción acompañados de los más diversos instrumentos, para terminar en un clímax sonoro y visual que conmueve a cualquiera que tenga sangre en las venas. Todo, con la cadencia única e indescriptible que caracteriza a los brasileños.
A partir del fenómeno de “Oração”, la banda más linda del Brasil aprovechó la difusión vertiginosa de su música para convocar al público a colaborar para en el financiamiento de su disco debut, que llevó el nombre del grupo y apareció en la web de la banda para su descarga gratuita en octubre de 2011. 
El resultado son 13 canciones donde los recursos que priman tienen que ver con elementos del rock clásico o retro (hammonds, melotrones, guitarras levemente distorsionadas) al tiempo que brilla lo mejor de la tradición cancionera folk del Brasil, lo cual los ubica como los herederos generacionales de los Tribalistas, aquel grupo que entre 2002 y 2003 formaron Marisa Monte, Arnaldo Antunes y Carlinhos Brown y que dio una vuelta de tuerca inesperada y original a la canción brasileña.
En tiempos en los que más de un escucha sofisticado de rock fusión lanza al aire sus quejas por la escasez de novedades atendibles, A banda mais bonita da cidade se perfila como uno de los puntales de la canción latinoamericana, y como Cass, deja a un lado las apariencias, no sucumbe ante el sonido blando y perfumado que caracteriza a las bandas con pretensiones radiales y apuesta a una estética profunda y renovadora de la canción del Brasil.

martes, 4 de diciembre de 2012

La ciudad mutante


En el comienzo del actual milenio, dos momentos históricos representaron un punto de quiebre para los modos en los que se desarrolló la cultura urbana en la Buenos Aires. Se trata de dos diciembres: de 2001 y 2004. El primero, con la caída del gobierno de la Alianza, puso en cuestión una importante cantidad de parámetros de producción y difusión cultural al tiempo que significó el fin de una etapa política y social signada por el más crudo neoliberalismo. El segundo, tuvo lugar la denominada “tragedia de Cromagnón”, en el que 198 jóvenes murieron producto de la impericia del sistema de espectáculos en la Ciudad, a lo que se sucedieron clausuras compulsivas de espacios de producción de cultura. Desde entonces, los emprendimientos culturales porteños comenzaron un lento pero sostenido proceso de recomposición, en el que florecieron pequeños y medianos centros culturales, salas de teatro, recitales de poesía, revistas independientes y una importante cantidad de emprendimientos netamente ligados a la difusión a través de Internet y las nuevas tecnologías. Desde aquel quiebre a esta parte, Buenos Aires volvió a ser una ciudad plena de oferta cultural, y el circuito alternativo se revitalizó, al tiempo que en el plano educativo esta descentralización pareció haber pasado de largo. De estos procesos da cuenta Mi Buenos Aires querido. Entre la democratización cultural y la desigualdad educativa, una compilación de ensayos académicos dirigida por la docente, investigadora y doctora en Ciencias Sociales Ana Wortman.


Con la participación de doce investigadores, la gran mayoría de ellos sociólogos de la Universidad de Buenos Aires, Mi Buenos Aires Querido plantea una suerte de paradoja en la cual, por un lado, la explosión de las redes sociales y de los diferentes circuitos culturales y de diseño permiten hablar de cierta tendencia hacia la democratización del acceso a la cultura, en el plano educativo formal se observa una paralización fuertemente afirmada en parámetros tradicionales. De esta manera, los ensayos abordan, con un pie en la investigación metodológica, temáticas como las relaciones entre clases medias y nuevas tecnologías, la idea de una “cibercultura” como factor para interpretar las variables identitarias, casos concretos de producción independiente, como la emergencia de múltiples editoriales alternativas, y los lazos sociales que estructuran una vida moderna-tardía en las escuelas y universidades, entre otras.   



Publicado en el suplemento de Cultura del diario Perfil el domingo 2 de diciembre de 2012