domingo, 10 de julio de 2011

Como un prisma

Para el conocedor de la obra de Rivera, tal vez Kadish sea simplemente otro capítulo de similar tono del gran relato que compone la totalidad de la obra del autor de Los que no mueren y La revolución es un sueño eterno. Para el lector que se acerca por primera vez a este barrio, funciona como una interesante piedra de toque que permite, desde allí, hacer un recorrido en reversa hacia los títulos más celebres del autor, identificado desde siempre con el pensamiento de izquierda.
 En rigor, Kadish se compone de dos relatos: el que da nombre al libro, y SO4H2 (la fórmula química del ácido sulfúrico). Arturo Reedson vuelve a ser el protagonista que Rivera elige para nombrar esa figura en la cual, como en un prisma, ingresa la linealidad de la historia oficial para proyectarse sobre el relato una multiplicidad compleja de interpretaciones superpuestas. Después de todo, qué es sino la Historia con mayúscula.           
 Plagado de tipos sombríos, servicios de inteligencia, referencias histórico-políticas, el relato se construye sobre la base de la superposición de situaciones propias de los personajes con imágenes y formaciones discursivas propias del archivo histórico, que Rivera maneja con soltura. Así, la historia avanza y se intercala con citas a Stalin, Bertolt Bretch, Philip Roth y Felipe Solá, sólo por nombrar algunos ejemplos de los retazos que componen este rompecabezas.
 Hay quienes arriesgan la afirmación de que Kadish (que designa la oración fúnebre con la que los judíos ortodoxos despiden a sus muertos más queridos) es la última publicación del autor que verá la luz como novedad en las bateas. El mismo Rivera se encargó de informar, en sus últimas entrevistas, que quiere dedicarse simplemente “al placer de leer a los otros”. Como fuere, resulta sugestiva esta confluencia entre una evocación a la muerte y el collage de la historia que ensaya el texto.

Publicado el 10 de julio de 2011 en el suplemento de Cultura del diario Perfil