Acaba
de publicarse Panorama Interzona. Narrativas emergentes de Argentina , una
compilación de 28 autores de hasta cuarenta años de edad que incluye cuento,
teatro, poesía y ensayo sobre ejes temáticos como la violencia, el sexo, el
poder y el crimen, entre otros. La salida del libro es la excusa para dialogar
con Elsa Drucaroff, escritora, crítica, docente y compiladora de la antología
sobre cómo y por qué escriben los autores jóvenes.
Las antologías
de jóvenes narradores ya son un clásico en el espectro editorial emergente de
los últimos años. Se podría decir, sin riesgo de caer en grandes inexactitudes
numéricas, que desde el quiebre social, cultural y político producido por la
crisis del 2001 y la posterior recomposición del esquema institucional del
país, asomó la mirada por sobre las ruinas humeantes una camada de narradores agrupada
en torno a la construcción de una nueva subjetividad, echando mano a las nuevas
tecnologías, al acceso masivo a Internet y a editoriales dedicadas a la
difusión de lo nuevo, como Interzona, Entropía, Mansalva, Caja negra y muchas
otras. La reciente salida de Panorama
Interzona. Narrativas emergentes de Argentina, compilado y comentado
críticamente por Elsa Drucaroff, antologa textos de 28 escritores de hasta 40
años, entre los que aparecen cuentos, poemas, obras de teatro y ensayos
críticos, configurando de esta manera una concepción ampliada de la noción de Narrativa. “La nueva narrativa argentina
tiene una relación fundante con las antologías, no porque la hayan hecho nacer,
sino porque marcaron la toma de conciencia generacional –sostiene Drucaroff-.
La primera vez que autores de generaciones de postdictadura pudieron manifestar
públicamente `somos jóvenes y escribimos algo nuevo´ fue con La joven guardia, la antología de Maxi
Tomas. A partir de esa movida, aparecieron
otras antologías que fueron imponiendo nombres y estéticas”.
La
cuestión generacional es un tópico que genera intensos debates en los estudios
culturales, y parece ser el trasfondo teórico de la proliferación de antologías
y del concepto de Nueva Narrativa Argentina.
Los parámetros para definir que se está frente a una generación de artistas en
desarrollo, claramente diferenciable de sus antecesoras, contra lo que se puede
adivinar en una primera aproximación, no parecen ser simplemente etarios: “Haber
nacido en determinada fecha no coloca automáticamente a un autor en una
generación, sino que ésta se forma a partir de haber vivido experiencias
comunes de modos similares. Variables como clase social, lugar geográfico,
contacto con hechos histórico-políticos y conciencia para procesar esos hechos,
se vuelven fundamentales. No es tampoco un hecho cuantitativo: un grupo
reducido puede definir una generación e imponer la agenda de problemas, como
generación joven e innovadora, a una sociedad. Algo así fue el Grupo Contorno a
fines de los años ’50. No es que toda la gente que nació el mismo año que
Viñas, Jitrik o Rozitchner pertenece a esa generación, ni siquiera la mayoría.
Y sin embargo, si pensamos históricamente, vemos a esa generación
protagonizando y generando algo”, analiza Drucaroff, quien ya había ensayado
caminos en este sentido en su libro Los
prisioneros de la torre.
Panorama Interzona
tiene por rasgo distintivo, por un lado, la gran cantidad de textos que
integran la antología (32 textos en total), y lo variado de su composición
temática, por otro. De esta manera, conviven textos poéticos, cuentos, piezas
teatrales y ensayos en distintos apartados que tienen como ejes la violencia,
los medios masivos, el sexo, los géneros, la política, el poder y el crimen,
entre otros. Drucaroff lo explica: “Si algo me seduce en la Nueva Narrativa es
que no hay estéticas obligatorias, sino una enorme variedad de estilos y libertad
creativa. Quise reflejar también eso y no hice una antología uniforme, sino que
mostré parte de este enorme abanico. Hay thriller, hay minimalismo, hay
lenguajes innovadores, hay cuentos clásicos, hay comedia de costumbres, poesía
trash y poesía culta. La narrativa propiamente dicha es una cierta economía
discursiva que se expresa en las novelas y los cuentos, pero la narratividad puede
aparecer también en otros géneros. Por eso el plural `narrativas argentinas´ en
el título”.
Tal
vez la reflexión más interesante que habilita la salida de una compilación como
Panorama Interzona tiene que ver con
cuáles son las principales motivaciones que encuentran los autores jóvenes para
escribir, en una época en la que la sobre saturación de información irrelevante
parece estar modificando decisivamente la dinámica a través de la que se
desplaza la palabra escrita en todas sus dimensiones. “Es difícil responderlo –se
sincera Drucaroff- ¿Cómo saber qué motiva profundamente a alguien a escribir,
salvo generalidades como la urgencia por pensar cosas, construir mundos
alternativos, reflexionar desde la ficción sobre la sociedad y la existencia? Hay
gente que escribe motivada apenas por el más bobo narcisismo, y entonces
escribe mal, por buena técnica que tenga. Pero eso no es porque sea joven o
vieja. El gesto realmente artístico, donde el narcisismo, aunque participe, no
define, tiene algo tan esencialmente humano que no se puede definir únicamente
por generación o actualidad. Si durante las décadas de postdictadura los jóvenes
escribieron mucho, y (algunos) muy bien, pese a que la sociedad no les daba la
menor motivación para hacerlo, ni los leía ni sabía que existían, ya hace un
tiempo que esto está empezando a cambiar y los jóvenes siguen escribiendo mucho
y (algunos) muy bien, pero con otra alegría y otra fuerza colectiva para salir
a buscar sus lectores”.
Publicado en el suplemento de Cultura de Perfil el domingo 14 de octubre de 2012