La lucha entre el deseo y la realidad. O lo que queremos que la realidad sea y aquello que, luego, efectivamente ocurre. No es fácil, para nadie, calibrar de forma equilibrada esos dos elementos. Pero parece que para los analistas, opinólogos y operadores del establishment político, con terminales en el –todavía- oficialismo, es más complicado que para nadie: la ex presidenta y vicepresidenta electa Cristina Fernández de Kirchner volvió por estos días a tirarse un paso sorpresivo para el círculo rojo, a contrapelo de las predicciones circulantes, en el armado del esqueleto legislativo. Habitual jugadora impredecible, tendrá especial injerencia, con su presidencia del Senado a partir del 10 de diciembre, y el rol central que está casi confirmado para Máximo Kirchner en Diputados. Descolocados, como cuando a través de un video Cristina anunció que el candidato sería Alberto, el variado espectro del antiperonismo luce grogui, y no queda nada claro cuál va a ser el formato de la oposición al gobierno del Frente de Todos. ¿Habrá un bloque opositor sólido y cohesionado? ¿O, como pareciera, distintos varietales habitarán las bateas, con graduaciones de confrontación y colaboración diferentes en su composición química? Ahora que hay media sanción de la Ley de Góndolas, parece que la tendencia debiera es hacia la diversificación de la oferta.
Repasemos entonces cuál es el esquema del Congreso que se viene. La novedad más reciente es que Cristina diseña de modo pragmático un Senado que le permitirá tener el cuórum atado y una mayoría peronista propia. Lejos de quienes, para propia comodidad, imaginaban un kirchnerismo autoritario y cerrado sobre sí mismo, se dibuja un esquema de poder balanceado entre los distintos actores del futuro oficialismo, con protagonismo de los representantes de las provincias y las gobernaciones. Así, en la presidencia provisional del Senado, lugar que le sigue a la vicepresidencia en la línea sucesoria, se perfila Claudia Ledesma Abdala, senadora electa por Santiago del Estero. Abdala pertenece al riñón del gobernador santiagueño, Gerardo Zamora. A su vez, para la presidencia del bloque peronista en la cámara altapica en punta José Mayans, de Formosa, quien con este nuevo panorama podría comandar un bloque de 40 o más senadores. Le sobraría para el cuorum. Con Carlos Caserio en el ejecutivo (suena para el ministerio de Transporte -el teléfono de Randazzo esperaba esa llamada pero no va a llegar-), los lugares más importantes del Senado, como la vicepresidencia, secretarías parlamentarias y administrativa, y las presidencias de comisiones clave estarían repartidas entre las distintas variantes del peronismo: el misionero Maurice Closs, el neuquino Marcelo Fuentes, la mendocina Anabel Fernández Sagasti, el pampeano Daniel Lovera, el porteño Jorge Taiana, entre otros nombres, suenan fuerte.
Las definiciones en el Senado impactan en Diputados, donde Sergio Massa será presidente de la Cámara, y Máximo Kirchner titular de un bloque oficialista que desde el vamos cuenta 110 bancas. El número casi seguro aumenta, al sumar bancadas provinciales, ahora más propensas a la unidad, y también diputados sueltos que o bien se irían de Cambiemos (como Pablo Ansaloni, diputado de la UATRE) o bien venían funcionando como monobloques (como José Luis Ramón, de Mendoza). Así, la futura bancada del Frente de Todos puede estar cerca de los 129 que se necesitan para sesionar.
Con este armado parlamentario, el futuro gobierno de Alberto Fernández tendrá prácticamente garantizada la sanción de una nueva versión del presupuesto 2020 y el paquete de leyes con el que pretende capear el temporal que le deja Macri en el frente interno: una crisis económica que no tiene freno y golpea a diario a las grandes mayorías de la población, con remarcaciones constantes y aumentos en todo aquello que pueda aumentar. También será clave el Congreso para enfrentar el frente externo, la otra cara de la pesada herencia de Cambiemos, con vencimientos siderales de una deuda externa tomada casi exclusivamente para nutrir la fuga de divisas y la bicicleta financiera. Al respecto, Massa y Máximo piensan avanzar en el Congreso con una Ley que prohíba y penalice el endeudamiento con consecuencias gravosas para la sociedad. No son buenas noticias para Macri y el equipo económico que firmó con el FMI, que siguen a bordo de ese tranvía llamado deseo.