Se estrenó Un paisaje de espanto,
el documental codirigido entre Daniel Riera y Mauro Gómez que desentraña los
brutales casos de violencia policial hacia jóvenes pobres sucedidos en Trelew,
Chubut, con el asesinado de Julián Antillanca, joven de 20 años matado a golpes
en 2010, como caso paradigmático. El 2012, los policías señalados como
responsables fueron absueltos. Pero la Corte Suprema ordenó un nuevo juicio
para este año.
“Hallaron muerto a un joven de
coma alcohólico”. El titular fue publicado por un periódico local de Trelew
apenas horas después de que vecinos se encontraran en plena calle con el
cadáver de Julián Antillanca, un joven de 20 años de edad que había salido a
bailar con sus amigos la noche anterior. Era el 5 de septiembre de 2010, y el
desarrollo de aquella nota, publicada sin firma, se dejaba en claro que la
versión de muerte por consumo excesivo de alcohol era la ofrecida por la
policía local como toda explicación ante lo que parecía una tremenda paliza:
múltiples traumatismos en la cara, cabeza y cuerpo de Julián hicieron pensar a
su familia y sus amigos que lo habían matado a golpes. Una testigo clave aportó
el testimonio que cerraba la escena: Antillanca había sido brutalmente golpeado
por cuatro agentes de la policía local en un descampado, y luego arrojado desde
un patrullero junto al paredón donde lo hallaron sin vida. Los cuatro policías
de Trelew señalados por la testigo como los autores del hecho fueron absueltos
durante un juicio en marzo de 2012. Sin embargo, la Corte Suprema de Justicia
de la Nación dictaminó que deberá realizarse un nuevo juicio por el caso
Antillanca por haber sobrados elementos que señalan a los agentes como los
responsables materiales por la muerte de Antillanca. El juicio se espera para
este año.
“La voz de la
policía es la que prevalece habitualmente, la que más se escucha siempre en los
medios. Era hora de que hablen sus víctimas”, dice el periodista y escritor
Daniel Riera, guionista y uno de los directores de Un paisaje de espanto, el documental recientemente estrenado que
reconstruye el caso de Antillanca y deja expuesta la responsabilidad de la
policía local en su muerte, así como también la complicidad judicial y política
para encubrir a los asesinos. El largometraje muestra además, desde la óptica
de los sectores populares de la ciudad chubutense de Trelew, cómo la policía
local instauró una suerte de estado del miedo en los barrios pobres a través de
una serie de golpizas, asesinatos y desapariciones arbitrarias. Entre el
material que revela Un paisaje…
aparecen imágenes de poderosa carga simbólica y narrativa, como el estado del
cuerpo de Antillanca horas después de morir asesinado –imágenes
sorprendentemente tomadas por César Antillanca, padre de la víctima, que
buscaba material para sustentar su oposición a la hipótesis del coma
alcohólico- y las declaraciones de los acusados en el juicio que terminó
absolviéndolos.
Agencia Paco Urondo: ¿Por qué pensaste en contar la historia a través
de un documental, siendo vos un periodista de gráfica?
Daniel Riera: No tengo idea. Quizá porque me pareció muy pero muy
importante y una película es algo, por así decirlo, “imponente”: tiene más
llegada y es más duradera que una nota en un medio. Lo decidí en la misma noche, en la misma cena
en la que me interioricé sobre el caso. Y felizmente encontré con el tiempo a
Mauro Gómez, un amigo cineasta con el cual formamos la dupla que codirigió esta
película.
APU: ¿Cómo fue el proceso de filmación? Durante ese tiempo, ¿Qué
pudiste ver de cómo se da la relación entre el pueblo y las fuerzas de
seguridad?
DR: El rodaje fue muy intenso y muy frenético, en cuatro días a
full desde la mañana a la noche. En Trelew, como en todas partes, hay una parte
de la clase media que pide más policías, mientras que hay pobres que
están aterrados y tienen miedo de ser las próximas víctimas. Por
supuesto que esto no es tan “químicamente puro”, que seguramente hay una parte
sensible de la clase media preocupada por estos casos y seguramente también hay
pobres que piden mano dura.
APU: ¿Buscaron fuentes más allá de las familiares –policiales,
políticas, judiciales-?
DR: Policiales, no. Los policías hablan en los juicios y dicen que
no estuvieron allí la noche del asesinato de Julián. ¿Para qué íbamos a
entrevistarlos? Judiciales, más o menos. Los jueces hablan por sus fallos, así
que en ese sentido estaba también todo dicho. Sí quisimos hablar con la fiscal
Moreno, que nos dijo que estaba muy ocupada, también con el doctor Corach, que
nos filtró, y sí hablamos con el perito forense Herminio González, que aparece
en la película. Lo ocurrido está a la vista y además las escenas del juicio son muy contundentes. Por otra parte,
también es cierto que la voz de la policía es la que prevalece habitualmente,
la que más se escucha siempre en los medios. Es hora de que hablen sus
víctimas.
APU: ¿Por qué, inicialmente, los medios locales hablaron de un caso de
coma alcohólico y taparon algo que claramente fue había sido una tremenda golpiza?
Compraron la versión del
comisario Sandoval sin chequear demasiado. Pero César Antillanca tuvo el coraje
enorme de sacarle fotos al rostro desfigurado de su hijo y desbarató así la
coartada.
APU: ¿Cuál es la responsabilidad que le cabe, desde tu óptica, al poder
político provincial?
DR: El Estado tapa estos casos. No exonera policías, no impulsa
Justicia. Los pocos policías condenados que aparecen mencionados en la
película, los tres que confesaron haber participado de la violación al chico
Almonacid (N del R: se trata del caso de Maximiliano Almonacid, quien fuera
golpeado y violado por policías de la comisaría segunda de Trelew en enero de
2012) fueron condenados a penas de prisión en suspenso y siguen prestando
servicio en la policía.
APU: La comisaría de Trelew donde ocurrieron varios de los hechos es
señalada por los vecinos como la “comisaría de la muerte”. ¿Considerás que se
trata de un caso aislado, particular, de los policías de ese lugar? ¿O los
asesinatos son producto de algo más profundo y arraigado en las fuerzas de
seguridad provinciales?
DR: No es la única provincia en donde ocurren este tipo de casos,
pero digamos que el estado de impunidad facilita que ocurran nuevos casos
constantemente. Nada casualmente, a la semana de la absolución de los acusados
de matar a Julián, violaron al chico Maxi Almonacid. Al mismo tiempo, la instrucción de sólo seis
meses, al cabo de los cuales un policía sale con un arma en la mano, es una
especie de bomba de tiempo. Y seguramente hay un desequilibrio psíquico: los
policías suelen provenir de la misma extracción social a la que reprimen, pero
con el arma en la mano sienten que tienen un pequeño poder. No deja de
asombrarme que estos no sean casos de “gatillo fácil”, en el sentido de que no
se usan armas de fuego: a estos jóvenes se los mata con las manos, a golpes
como a Julián, a puñaladas como a Bruno Rodríguez Monsalvez, ahorcados como a
Ángelo Vargas. Es como si hubiese además una suerte de placer morboso en el
acto de provocar la muerte.
APU: ¿Tenés esperanzas de que se haga justicia en el juicio que debe
abrirse este año?
DR: No lo sé, francamente. En el tribunal nuevo hay dos jueces que
absolvieron a los policías que violaron a Maxi Almonacid. Más que plantearlo en
términos de esperanza o desesperanza, te diría que creo que la movilización popular, la gente en la calle
haciéndole notar a los jueces que los está observando, la prensa cubriendo el
caso, podrían ayudar a que esta vez sí haya Justicia.
APU. ¿Cómo evalúan la recepción que está teniendo Un paisaje de espanto?
DR: Muy bien. La gente, en general, está muy conmovida y muy
movilizada. Las críticas han sido muy buenas y además en Trelew la Comisión
contra la impunidad y por la Justicia decidió tomar el documental como una
herramienta de denuncia y de militancia. En Buenos Aires sirvió para
visibilizar el caso: que hayamos podido estar 15 minutos en Canal 7 junto a
Mauro Gómez –el otro director de la
película- y César Antillanca, el padre de Julián, es un hecho importante en sí
mismo, ya que nunca se había hablado de estos casos en la tevé abierta.
Publicado en Agencia Paco Urondo
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