En el comienzo del
actual milenio, dos momentos históricos representaron un punto de quiebre para
los modos en los que se desarrolló la cultura urbana en la Buenos Aires. Se
trata de dos diciembres: de 2001 y 2004. El primero, con la caída del gobierno
de la Alianza, puso en cuestión una importante cantidad de parámetros de
producción y difusión cultural al tiempo que significó el fin de una etapa
política y social signada por el más crudo neoliberalismo. El segundo, tuvo
lugar la denominada “tragedia de Cromagnón”, en el que 198 jóvenes murieron
producto de la impericia del sistema de espectáculos en la Ciudad, a lo que se
sucedieron clausuras compulsivas de espacios de producción de cultura. Desde
entonces, los emprendimientos culturales porteños comenzaron un lento pero
sostenido proceso de recomposición, en el que florecieron pequeños y medianos
centros culturales, salas de teatro, recitales de poesía, revistas
independientes y una importante cantidad de emprendimientos netamente ligados a
la difusión a través de Internet y las nuevas tecnologías. Desde aquel quiebre
a esta parte, Buenos Aires volvió a ser una ciudad plena de oferta cultural, y
el circuito alternativo se revitalizó, al tiempo que en el plano educativo esta
descentralización pareció haber pasado de largo. De estos procesos da cuenta Mi Buenos Aires querido. Entre la
democratización cultural y la desigualdad educativa, una compilación de
ensayos académicos dirigida por la docente, investigadora y doctora en Ciencias
Sociales Ana Wortman.
Con
la participación de doce investigadores, la gran mayoría de ellos sociólogos de
la Universidad de Buenos Aires, Mi Buenos
Aires Querido plantea una suerte de paradoja en la cual, por un lado, la
explosión de las redes sociales y de los diferentes circuitos culturales y de
diseño permiten hablar de cierta tendencia hacia la democratización del acceso
a la cultura, en el plano educativo formal se observa una paralización
fuertemente afirmada en parámetros tradicionales. De esta manera, los ensayos
abordan, con un pie en la investigación metodológica, temáticas como las
relaciones entre clases medias y nuevas tecnologías, la idea de una
“cibercultura” como factor para interpretar las variables identitarias, casos
concretos de producción independiente, como la emergencia de múltiples
editoriales alternativas, y los lazos sociales que estructuran una vida
moderna-tardía en las escuelas y universidades, entre otras.
Publicado en el suplemento de Cultura del diario Perfil el domingo 2 de diciembre de 2012
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