A bordo de su 148, el famoso Halcón del sur del gran Buenos Aires, el que va de Constitución a Florencio Varela y tiene los colores de Defensa y Justicia, Juan pisa a fondo el acelerador y hace volar al “bondicito” a través de los cielos suburbanos. El pasacassette marca el ritmo con una cumbia hipnótica que predispone al sexo y al baile, tanto a pasajeros como a conductor. Así, en medio de una fiebre callejera que sube la temperatura de una literatura argentina muchas veces templada tirando a frío, transcurre Sexybondi, la nueva y vieja novela de Washington Cucurto, nombre con el que se conoce a Santiago Vega, 38 años, quilmeño, escritor y creador del sello Eloísa Cartonera.
De tintes surrealistas, Sexybondi es la narración de un viaje alucinado en colectivo. Mientras un protagonista feliz, orgulloso de su bondi, lleva “a la gente linda, la negrada, la paraguayada” al baile o a sus trabajos de changarines, filosofa en clave popular sobre los misterios de la vida y la muerte, el amor y el odio, observando por el espejo la fiesta que se desata en la carrocería de su nave voladora de cuatro ruedas.
El relato es fragmentario, con reiterados saltos temporales y estilos intercalados (por ejemplo, hay una pequeña obra de teatro, así como casos policiales entremezclados con la trama central). Coloquial, neologista y guarango hasta la seducción, Cucurto lleva su estilo, desplegado en obras poéticas como La máquina de hacer paraguayitos, hacia un extremo fantasioso en el que genera un espacio donde todo es posible: el bondi.
Aunque acaba de ser publicada por Interzona, Cucurto cuenta que Sexybondi es una de sus primeras historias, escrita cuando comenzó a incursionar en el camino de crear historias plenas de color local, sexo y picardía popular, mientras trabajaba como repositor en un supermercado.
Si en una importante cantidad de notas, críticas y entrevistas publicadas en diarios y revistas desde su aparición en la escena de la literatura argentina se dijo que Cucurto hace realismo (“Realismo atolondrado”, se animó alguna vez y tímidamente a autodefinirse, hace casi diez años, sentencia súper reiterada aquí y allá y que hoy parece vetusta), la aparición de Sexybondi viene a demostrar que su narrativa va mucho más allá del realismo y estira sus líneas hacia la construcción de una poética atravesada por lo bizarro, entre la atmósfera somnolienta de la fantasía.
Publicado el 15 de enero de 2012 en el suplemento de Cultura del diario Perfil
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