domingo, 1 de julio de 2012

Ferréz: salir del gueto sin caer en el estereotipo


Corría el año 2003 y la Argentina estaba humeante. Niveles históricos de desocupación, conflicto social, crecimiento exponencial de los índices de pobreza y caída sucesiva de gobiernos. En tanto, en Brasil llegaba a su fin en, en medio de una aguda crisis política y social, el gobierno neoliberal de Fernando Henrique Cardoso. La explosión de una etapa social y política, es sabido, no fue un invento argentino como la birome: los grandes países de la región atravesaban turbulencias similares, producto de una serie de políticas económicas aplicadas en el conjunto del continente. En Brasil, el nivel de violencia callejera en los barrios periféricos de las grandes metrópolis, como Río de Janeiro y San Pablo, se incrementaba a diario. El gobierno militarizaba las favelas, donde vivían (y aún viven) millones de personas, atrapadas entre los límites de una franja social con un techo acaso más bajo que la cabeza. Estigmatizados, olvidados, amenazados a diario por la policía y por las bandas criminales, signados por una profunda desconfianza en la clase dirigente, los habitantes de los barrios más populares del país más grande de América Latina, las famosas favelas, quedaron al margen. Fue entonces cuando desde ese margen comenzaron a hablar, a bailar, a cantar, a escribir más que nunca. Ese mismo año salía a la calle la novela Manual práctico del odio, de Férrez, el nombre con el que se hizo conocer popularmente Reginaldo Ferreira da Silva, hoy editado en castellano y en la Argentina por Corregidor.
Ferréz, es exponente sobresaliente del autodenominado Movimiento de Literatura Marginal, hoy conocido, comentado y recomendado por académicos y críticos especializados de la región, no sin algunos vicios clásicos de esnobismo intelectual. “Pero no fue una idea brillante ni demasiado meditada. El surgimiento de la Literatura Marginal en nuestros barrios fue decididamente una idea desesperada –relata el corpulento Ferréz en un portugués cerrado, vestido de hip hoper, en una casona ubicada en las profundidades de Flores donde se encontró a dialogar con periodistas y grupos culturales de barrios pobres de Buenos Aires-. Fue una respuesta a la cultura de las élites, que no aceptan la cultura de las favelas. Por ejemplo, en la televisión brasileña, para hablar de las favelas llaman a gente que no vive en ellas. Por eso creamos el Movimiento”.
Heredero y continuador del terremoto cultural que generó Ciudad de Dios, aquel libro del carioca Paulo Lins que luego fuera llevado al cine con éxito internacional, Ferréz nació y vive actualmente en Capao Redondo, un suburbio pobre de San Pablo. Este es el dato central: mientras históricamente la literatura llamada “comprometida”, “social” o “realista” (y largos etcéteras) fue escrita principalmente por intelectuales y escritores comprometidos pero pertenecientes a las capas medias o altas, la producción del Movimiento de Literatura Marginal tiene su marca de agua en su firme anclaje territorial. Aquí, se escribe desde las mismas entrañas de la periferia. Ferréz es el principal portavoz literario de este movimiento que empezó hace trece años y que actualmente cuenta con publicaciones, bibliotecas populares, discos, recitales, marcas de ropa alternativas, editoriales, escritores y libros poderosos: “Creamos nuestra propia literatura, nuestros productos y nuestra ropa. Para debilitar a la élite, le pegamos donde más le duele: no consumimos lo que produce, a lo que contraponemos un consumo alternativo. Nuestra literatura está orgullosa de ser de donde es. Normalmente, la gente de los barrios pobres se avergüenza del lugar donde nació y vive, y quiere salir. Nuestro movimiento, en cambio, es de la favela y siente orgullo de ello”, señala Ferréz, que en Manual práctico del odio diseñó una trama prismática con personajes cuyas vidas se entrecruzan signadas por la violencia, el sexo traición y la posibilidad del arte como llave maestra que logre desanudar el ovillo.
Pero a pesar de la afirmación de pertenencia, el mandato de la literatura de Ferréz, lejos de ser inmovilizador, es propositivo y dinámico: Salir del gueto sin caer en el estereotipo. En reiteradas ocasiones, la crítica que llueve sobre los autores de la literatura de la periferia brasileña apunta a la construcción prototípica del personaje de las favelas como delincuente, drogadicto, traicionero de amistades y demás preconceptos erigidos por el cruce entre realidad y formaciones discursivas propias de la cultura dominante. Pero Ferréz invierte la taba: “Sólo hay preconceptos cuando se detenta el poder, sólo el poder genera estereotipos. En las favelas no hay estereotipos, sino una gran diversidad en todo sentido, que trato de reflejar en mis libros” dice el autor de Fortaleza de la desilusión (1997) y Capao pecado (1999), del disco de hip hop Deterinación (2004, con la participación de Chico César y el ex tribalista Arnaldo Antunez) y del documental Literatura y resistencia (2009).  


Publicado en el suplemento de Cultura de Perfil el domingo 1 de julio de 2012

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