Corría el año
2003 y la Argentina estaba humeante. Niveles históricos de desocupación,
conflicto social, crecimiento exponencial de los índices de pobreza y caída
sucesiva de gobiernos. En tanto, en Brasil llegaba a su fin en, en medio de una
aguda crisis política y social, el gobierno neoliberal de Fernando Henrique
Cardoso. La explosión de una etapa social y política, es sabido, no fue un
invento argentino como la birome: los grandes países de la región atravesaban
turbulencias similares, producto de una serie de políticas económicas aplicadas
en el conjunto del continente. En Brasil, el nivel de violencia callejera en
los barrios periféricos de las grandes metrópolis, como Río de Janeiro y San
Pablo, se incrementaba a diario. El gobierno militarizaba las favelas, donde
vivían (y aún viven) millones de personas, atrapadas entre los límites de una
franja social con un techo acaso más bajo que la cabeza. Estigmatizados,
olvidados, amenazados a diario por la policía y por las bandas criminales,
signados por una profunda desconfianza en la clase dirigente, los habitantes de
los barrios más populares del país más grande de América Latina, las famosas favelas,
quedaron al margen. Fue entonces cuando desde ese margen comenzaron a hablar, a
bailar, a cantar, a escribir más que nunca. Ese mismo año salía a la calle la
novela Manual práctico del odio, de
Férrez, el nombre con el que se hizo conocer popularmente Reginaldo Ferreira da
Silva, hoy editado en castellano y en la Argentina por Corregidor.
Ferréz,
es exponente sobresaliente del autodenominado Movimiento de Literatura Marginal,
hoy conocido, comentado y recomendado por académicos y críticos especializados
de la región, no sin algunos vicios clásicos de esnobismo intelectual. “Pero no
fue una idea brillante ni demasiado meditada. El surgimiento de la Literatura
Marginal en nuestros barrios fue decididamente una idea desesperada –relata el
corpulento Ferréz en un portugués cerrado, vestido de hip hoper, en una casona ubicada
en las profundidades de Flores donde se encontró a dialogar con periodistas y
grupos culturales de barrios pobres de Buenos Aires-. Fue una respuesta a la
cultura de las élites, que no aceptan la cultura de las favelas. Por ejemplo,
en la televisión brasileña, para hablar de las favelas llaman a gente que no
vive en ellas. Por eso creamos el Movimiento”.
Heredero
y continuador del terremoto cultural que generó Ciudad de Dios, aquel libro del carioca Paulo Lins que luego fuera
llevado al cine con éxito internacional, Ferréz nació y vive actualmente en
Capao Redondo, un suburbio pobre de San Pablo. Este es el dato central:
mientras históricamente la literatura llamada “comprometida”, “social” o
“realista” (y largos etcéteras) fue escrita principalmente por intelectuales y
escritores comprometidos pero pertenecientes a las capas medias o altas, la
producción del Movimiento de Literatura Marginal tiene su marca de agua en su firme
anclaje territorial. Aquí, se escribe desde las mismas entrañas de la
periferia. Ferréz es el principal portavoz literario de este movimiento que
empezó hace trece años y que actualmente cuenta con publicaciones, bibliotecas
populares, discos, recitales, marcas de ropa alternativas, editoriales,
escritores y libros poderosos: “Creamos nuestra propia literatura, nuestros
productos y nuestra ropa. Para debilitar a la élite, le pegamos donde más le
duele: no consumimos lo que produce, a lo que contraponemos un consumo
alternativo. Nuestra literatura está orgullosa de ser de donde es. Normalmente,
la gente de los barrios pobres se avergüenza del lugar donde nació y vive, y
quiere salir. Nuestro movimiento, en cambio, es de la favela y siente orgullo
de ello”, señala Ferréz, que en Manual práctico del odio diseñó una trama
prismática con personajes cuyas vidas se entrecruzan signadas por la violencia,
el sexo traición y la posibilidad del arte como llave maestra que logre
desanudar el ovillo.
Pero
a pesar de la afirmación de pertenencia, el mandato de la literatura de Ferréz,
lejos de ser inmovilizador, es propositivo y dinámico: Salir del gueto sin caer
en el estereotipo. En reiteradas ocasiones, la crítica que llueve sobre los
autores de la literatura de la periferia brasileña apunta a la construcción
prototípica del personaje de las favelas como delincuente, drogadicto,
traicionero de amistades y demás preconceptos erigidos por el cruce entre
realidad y formaciones discursivas propias de la cultura dominante. Pero Ferréz
invierte la taba: “Sólo hay preconceptos cuando se detenta el poder, sólo el
poder genera estereotipos. En las favelas no hay estereotipos, sino una gran
diversidad en todo sentido, que trato de reflejar en mis libros” dice el autor de
Fortaleza de la desilusión (1997) y Capao pecado (1999), del disco de hip
hop Deterinación (2004, con la
participación de Chico César y el ex tribalista Arnaldo Antunez) y del
documental Literatura y resistencia
(2009).
Publicado en el suplemento de Cultura de Perfil el domingo 1 de julio de 2012
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