Se acaba de publicar Correspondencia, un extenso compendio de cartas
que el autor de Evita vive y Cadáveres envió a sus amistades literarias y
personales. El trabajo cobra aún más valor con la orientación de la compiladora
Cecilia Palmeiro, que a través de un trabajo archivológico de hormiga despliega
un mapeo puntilloso de las obsesiones y el itinerario de Perlongher
Polémico, irreverente,
orgullosamente marica, disidente, comprometido, inspirado, militante,
sensible, conflictuado pero con esperanza, vanguardista pero tradicional,
rioplatense y cosmopolita: así fueron Néstor Perlongher y su obra, gema de la
producción nacional de la segunda mitad del siglo XX. Si su figura experimentó
un reverdecer en los últimos años con una serie de compilaciones, ediciones
especiales y la proliferación de estudios sobre su influencia en el campo
cultural argentino y latinoamericano, con Correspondencia,
compilado y comentado detalladamente por la investigadora Cecilia Palmeiro, queda
ubicada definitivamente en contexto, ocupando
un espacio dotado de claro sentido político y de sofisticada impronta estética.
Se trata de
uno de los últimos epistolarios de escritor, con misivas escritas en los años
previos a la explosión de la informática hogareña, las telecomunicaciones e
Internet. Para la confección de esta edición, revolvieron hasta el fondo en sus
archivos personales Ricardo Piglia y Beba Eguía, Sara Torres, Osvaldo
Baigorria, Tamara Kamenzain, Roberto Echevarren, Néstor Latrónico y Daniel
Molina, entre otros.
El título
elegido no le hace total justicia a la publicación. No estamos frente a un mero
compendio de cartas. La información que agrega el trabajo documental y crítico
de Palmeiro es tan central como los textos del poeta. A través de una
interminable serie de notas, aclaraciones, traducciones de términos de la gíria paulista, referencias de época y
contextualizaciones, el extenso conjunto de cartas que conforman este corpus vital
cobra una dimensión diferente y articulada, insertándose así en un clima
cultural de época e interviniendo no sólo en los debates del momento sino
incluso constituyéndose como un sistema de ideas para pensar el devenir
posterior de las temáticas que lo obsesionaron.
Cecilia Palmeiro, compiladora |
El ejercicio
de la correspondencia constituye para Perlongher (que firma muchas de las
cartas como “Rosa”) una suerte de “política de la amistad”: se busca compartir
los proyectos, las desazones, los deseos, las dudas, y las inquietudes
literarias, políticas y emocionales. La actualidad no sólo se filtra, sino que
es tema central en varias de las cartas. La primera está fechada al principio
de la última dictadura militar argentina, en mayo de 1976, y las sucesivas
misivas reflejan los grados angustia cotidiana. Luego, desde su exilio
voluntario en Brasil, registra el clima de ebullición político-cultural,
conocido como el desbunde, donde la
militancia y la intervención intelectual con perspectiva de género coincidió
con el surgimiento y crecimiento exponencial del Partido de los Trabajadores
(PT), la figura de Lula y el dilema integración o autonomía a ese movimiento
social, hegemonizado por el clasismo sindical, el progresismo católico y
marxismo heterodoxo.
Es posible
leer en este trabajo a muchos Perlongher: el poeta, en tanto buena parte de las
epístolas están confeccionadas en una prosa poética voladora y provocativa, que
desafía los límites del lenguaje, cultivando lo que el mismo autor llamaría
primero “neobarroco”, para más tarde aplicarle la influencia cadavérica del
barro rioplatense post vuelos de la muerte, construyendo así un “neobarroso”
cosmopolita y trágico. El sociólogo, en la medida en que nunca deja de
observar, registrar, clasificar, contrastar y analizar. El militante por la
liberación de las minorías sexuales, partícipe de grupos en formación, donde
discute, se informa, propone, reflexiona. Finalmente, se puede hallar también a
un sujeto común con preocupaciones mundanas, que se quiebra los tobillos o
sufre mal de amores, en pasajes símil diario íntimo.
El libro
contiene varias perlas. Una de ellas es parte del intercambio que Perlongher
mantuvo con el escritor cubano Reinaldo Arenas, con quien entabló una amistad
exclusivamente epistolar. Otra: la carta-poema que escribe a su madre (figura
ausente, de la que incluso su muerte no provoca registro alguno), hallada
suelta entre los papeles personales de autor de sin fecha ni lugar. Otro
momento curioso tiene que ver con el filósofo francés Felix Guattari, cuya
visita a Brasil en 1982 causa revuelo en el ambiente artístico e intelectual, a
tal punto que llega a sugerirse que el objetivo principal del teórico era
intimar con un joven Lula para llevarse a Europa una muestra de su esperma y
así poder alardear un affaire
paulista y metalúrgico.
Muestrario de
obsesiones, mapa de un itinerario literario (Lamborghini y Lezama Lima,
omnipresentes), emocional y político, Correspondencia
se convierte en un diario de la enfermedad. Perlongher, acechado por el Sida,
que termina por matarlo en noviembre de 1992, siente como una nueva cárcel al
control médico y los tratamientos que en épocas pre cóctel eran infructuosos. Pero
su sino fue romper cadenas y barrotes. Con estos papeles inéditos su figura batalla
ahora ante su última y definitiva jaula, que fue la muerte.
Publicado en el suplemento de Cultura del diario Perfil el 25 de septiembre de 2016
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