Como movimiento inicial de una serie de clases magistrales y seminarios
que programa el área de Letras del Centro Cultural San Matín, el escritor y
crítico Ricardo Piglia, tal vez el mayor pensador acerca de la literatura vivo
de nuestro país, realizó una exposición en la que recorrió puntos salientes de
la obra del autor de Operación masacre y lo colocó entre los nombres
fundacionales de la cultura argentina.
Los críticos literarios son una
raza en extinción. Atrás quedaron las épocas en que revistas como Babel de Samuel Glusberg, Contra de Raúl González Tuñón, Martín Fierro de Evar Méndez (que llegó
a imprimir 20.000 ejemplares), la Contorno
de los hermanos Viñas, Sur o Punto de Vista
de Beatriz Sarlo, sólo por nombrar algunos de los ejemplos emblemáticos, tenían
gran circulación y capacidad de instalar líneas de debate en el seno del campo
cultural. Pocas quedan de esas grandes figuras de la crítica, erigidas por la
academia, los medios y los lectores como intérpretes del devenir literario de
su tiempo. Ricardo Piglia es, sin dudas, el pensador de la literatura vivo más
importante de nuestro país. Y así lo demostró en la Clase Magistral que ofreció
en el Centro Cultural General San Martín, como inicio de la programación de la
renovada área de Letras, que desde ahora está a cargo de Maximiliano Tomas.
En una sala
colmada en su capacidad, el autor de textos emblemáticos y especialmente
entronizados por el canon académico local como Prisión perpetua y Respiración
artificial llevó adelante una exposición acerca de los cruces entre
literatura y realidad en la obra de Rodolfo Walsh. De pie, asistido solamente
por un atril, Piglia disertó durante dos horas en un recorrido que colocó al
autor de Operación masacre entre los
grandes nombres de la literatura argentina, y emparentó el significado de aquel
texto con el espacio ocupado en la cultura nacional por el Facundo, de Sarmiento: “Operación
masacre es un libro que persistió porque cada generación lo leyó de una
manera diferente: cuando salió a la luz fue interpretado como una crítica a la
Revolución Libertadora; luego, en el marco del proceso de peronización de los
años 60 fue leído como un libro que encarnaba el espíritu del peronismo combativo.
Más adelante, ya en la vuelta de la democracia, se leyó como una crítica a la
represión militar. Puede decirse que es similar a lo que ocurrió con el Facundo de Sarmiento en tanto fue un
texto que atravesó épocas y fue leído de diversas maneras de acuerdo al
momento”, señaló Piglia. En la misma línea de análisis que plantea una
filiación entre aquel texto fundacional sarmientino y la investigación de Walsh
sobre los fusilamientos de José León Suárez, Piglia aseguró que del mismo modo
en que en Facundo el centro no está
en su crítica a Juan Manuel de Rosas sino en el relato y la caracterización de
la vida en las pampas, “Operación masacre
se convirtió en un clásico por sus retratos de los obreros y sus espacios, de
sus vidas cotidianas y las experiencias de esos individuos”.
El modo en que
se transmite la experiencia, el trabajo con la voz del otro, el retrato de las
vidas de los anónimos y la actitud que asume el narrador con respecto a los
hechos y los relatos que los reconstruyen fueron algunos de los aspectos que
Piglia eligió en su recorrido por la obra de Walsh: “El problema que enfrentó
Walsh fue el de cómo transmitir la experiencia, no ya cómo captarla. Los
procedimientos que puso en juego le permitieron narrar la experiencia a través
del otro. Es una pequeña toma de distancia para decir lo que se quiere. Ese
movimiento es el estilo de Walsh. Aquí, el escritor es el que sabe escuchar, y
no como pasa muchas veces, cuando la literatura cae en la tentación de hablar
por el otro. A diferencia de David Viñas o Andrés Rivera, autores de su
generación que usaron la literatura para exponer excesivamente y para
explicitar lo que querían, la obra de Walsh está a tono con la teoría del
iceberg de Hemingway, en la cual lo más importante es lo que permanece no explicitado”,
señaló Piglia, al tiempo que trazó líneas de parentesco entre el autor de ¿Quién mató a Rosendo? y los grandes
nombres de la literatura argentina: “De Borges, Walsh mantuvo la poética de la
brevedad. Al principio Walsh estaba contaminado por Borges. Todos los
escritores lo querían copiar, sin advertir que Borges se puede plagiar pero no
copiar. Con el paso del tiempo, Walsh fue depurando su estilo hacia una de las
prosas más logradas de nuestra literatura”, analizó Piglia, que estuvo a cargo
de la edición y el prólogo de la reciente edición de los Cuentos completos de Walsh de Ediciones de la Flor.
La clase de
Piglia fue el puntapié inicial de un ciclo de clases magistrales y seminarios
que el área de Letras del CC San Martín programa para lo que queda de 2013. En
julio será el turno del escritor Elvio Gandolfo, que repasará la vida y obra de
Mario Levrero. En agosto llegará el momento para que Roberto Herrescher y un
recorrido a través de los relatos de no ficción sobre grandes conflictos bélicos.
En tanto, Alan Pauls, Daniel Link, Beatriz Sarlo, Luis Gusmán, Damián
Tabarovsky, Martín Kohan, María Moreno y Carlos Gamerro, entro otros, dictarán
seminarios de cuatro clases enfocados en diversos temas de literatura argentina
y extranjera. Las clases magistrales son con entrada libre y gratuita, mientras
que los seminarios tendrán un costo total de 150 pesos.
Publicado en el suplemento de Cultura de Perfil el domingo 30 de junio de 2013
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