domingo, 30 de enero de 2011

Un riguroso capricho

Las antologías corren con cierta desventaja. Generalmente oscilan entre lo netamente canónico y el puro capricho editorial, sin términos medios. No es el caso de Otro río que pasa, un siglo de poesía argentina contemporánea, la compilación recientemente editada por Bajo la luna, que propone un recorrido a través de la poesía argentina producida durante el siglo veinte, equilibrado entre la atención a los grandes nombres y el descubrimiento de valores escasamente difundidos.
 Otro río que pasa… divide al siglo comprendido entre 1909 (año en que se publicó el iniciático Lunario sentimental de Leopoldo Lugones) y 2010 en diez capítulos separados por cambios de década. Cada uno de ellos fue asignado a un poeta, que eligió diez poemas propios del período y adosó una pequeña reseña que abre el apartado y justifica la elección. El resultado son cien poemas pasados por los tamices de Santiago Sylvester, Javier Adúriz, Jorge Alucino, Tamara Kamenszain, Fabián Casas, Eduardo Mileo y Mirta Rosemberg, entre otros. 
 A medida que el libro se acerca a la actualidad, la selección se vincula con la experiencia así como se impregna de clima de época y contexto. Como contrapartida, los capítulos que atienden a los textos más añejos se encuentran un tanto más signados por lo canónico que aquellos que contienen los poemas producidos desde la década del setenta a esta parte. Sin embargo, los selectores se las ingenian para combinar lo inevitable, como los poemas de Girondo, Borges, Tuñón y Pizarnik, con autores menos renombrados, como la inclusión de Emilia Bertolé dentro del seleccionado de los años treinta.
  En definitiva, Otro río que pasa… es una antología rigurosa a la vez que personal, crítica a la vez que caprichosa, que ofrece un tentador surtido de la poesía argentina en su primer siglo de vida moderna.  

     Publicado en el suplemento de Cultura del diario Perfil el  30 de enero de 2011

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