domingo, 9 de enero de 2011

Genial para entrometidos

“¿Por qué todo se mezcla en mi cabeza y me olvido de las cosas?”, se pregunta Inés Acevedo sobre el final de Una idea genial (Mansalva), la novela autobiográfica de esta joven autora nacida en Tandil en 1982. Anecdotario a la vez que historia de vida, la novela relata la infancia campestre de la autora y su paso a la adultez, en un tránsito donde la historia familiar  asoma como clave que impulsa al relato.
En Una idea genial, Acevedo deja entreabierta la puerta de su mundo íntimo y permite que el lector espíe e incluso se cuele en el espacio privado de la narradora. Se trata de una autobiografía despojada de grandes pretensiones donde el modo de contar es ante todo coloquial. Acevedo escribe como se habla, lo cual genera que el texto logre un efecto de diálogo constante entre el lector y la autora. Todo un rasgo de época: los nombres propios se superponen, las situaciones se apilan una sobre otra, la cohesión temporal no es meticulosa, en una novela que luce como si entre el pensamiento y la hoja impresa no hubiera mediado más que el soporte material que permite la escritura. Se trata de un recurso peligroso, que corre el riesgo de convertirse en un soliloquio centrado en una primera persona obligada a relatar sin interrupción anécdotas atractivas, cosa que no siempre ocurre a lo largo de las ciento ocho páginas que componen la edición. Sin embargo, los pasajes descriptivos del sur de la provincia de Buenos Aires cobran fuerza y logran dotar al texto de contornos definidos y seductores.  
Una idea genial fue finalista de la edición 2008 Premio Indio Rico de Autobiografía, que tuvo entre sus jurados a Ricardo Piglia y Edgardo Cozarinsky. No sorprende, dado que la propuesta es atractiva: una chica de veintiocho años escribe una autobiografía de tono intimista. Una invitación difícil de rechazar para lectores entrometidos.    


Publicado el 9 de enero de 2011 en el suplemento de Cultura del diario Perfil

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