lunes, 5 de agosto de 2013

Aquí me pongo a cantar

Letras gauchas, de Julio Schvartzman, es un volumen extenso y rico dedicado al análisis de diversas expresiones de la literatura gauchesca que, lejos de sustraer aquellos textos y analizarlos como piezas de museo, pone en diálogo muchos de los cantos fundacionales de la literatura argentina con debates y tradiciones de pensamiento universales.

Juan Francisco Gentile
Las tensiones entre oralidad y escritura conforman uno de los núcelos de sentido centrales del surgimiento, la historia y el desarrollo no sólo de la literatura, sino cultura argentina en su conjunto. Allá por el siglo XIX, cuando intelectuales formados en Europa o Estados Unidos retornaron a estas pampas para intervenir activamente en el debate político-cultural sobre la conformación de un Estado y un ser nacional (como Sarmiento o Esteban Echeverría, por nombrar dos casos emblemáticos), se produjo un choque de culturas al momento de la interpretación y la dotación de sentido de aquellas formaciones discursivas ya existentes en la cultura local, de fuerte arraigo popular, ricas en localismos, con un desarrollo propio del lenguaje y una tradición de difusión principalmente oral, por la ausencia de escribas y la aún escasa expansión de la cultura letrada en el Río de la Plata y tierra adentro. La letra hablada y la letra impresa, las marcas de la oralidad en la literatura luego llamada “gauchesca”, la apropiación de la cultura criolla que se llevó adelante desde la intelectualidad, los proyectos encontrados en cuanto a la lectura que se hizo del gaucho (como rebelde y antisistema, como sujeto buenazo, adaptado al orden imperante, que hace “gauchadas” o como una tensión entre ambos sentidos) conformaron un complejo mosaico de líneas de pensamiento que hasta hoy continúan en tensión. Julio Schvartzman, crítico, docente y uno de los principales especialistas en literatura gauchesca de nuestro país, acaba de publicar Letras gauchas, un extenso trabajo que reúne una serie de ensayos críticos acerca las diversas poéticas del género, ya no como parte del estudio de la tradición local sino en el marco de grandes líneas de debate histórico, social, estético y político. A través de largos trabajos, Schvartzman disecciona al detalle lingüistica, conceptual, social, simbólica e históricamente los textos con los que trabaja, lo cual constituye una virtud y un defecto al mismo tiempo: mientras que el análisis es amplio, rico e interdisciplinario, abordando cuestiones generalmente inadvertidas por aquello que comúnmente se lee y escribe sobre literatura argentina del siglo XIX, el grado de especificidad de los temas que trata y de los aspectos señalados es por momentos extremo y difícilmente entusiasme a un lector no especializado.     

Leemos –acortamos para sintetizar-: “En el interior de una cultura de base oral, y también en los amplios territorios orales que se extienden en el interior de la cultura letrada, la cita tiene una función primordial. En latín, citare es sobre todo poner en movimiento, a menudo con energía, y también hacer venir, llamar. Cuando decimos `había una vez´ ponemos un embrague de narratividad, estamos haciendo venir la situación y la atmósfera propicia para el relato (…). Pero cuando un escrito cita una de esas fórmulas de la oralidad la operación tiene una complejidad diferente (…) También hace venir, pero esta vez no meramente la situación y la atmósfera del relato: reconstruye de otro modo, en el espacio de la escritura, aquel ámbito perdido, estableciendo con él una aproximación imaginaria y un corte. El texto funciona (…) como una curiosa partitura, que tanto puede incitar a la devolución de la pieza al ámbito perdido de la oralidad, como a reivindicar su propia consistencia, su soberanía espacial, su sonoridad interna”. Schvartzman va hacia las profundidades del arte de narrar historias, sus orígenes, sus movimientos estructurantes. Y lo hace incisivamente, sin visitar lugares comunes, lo cual aporta un claro valor agregado a este trabajo. El gaucho como sujeto político y social, su lugar simbólico en el imaginario de la cultura rioplatense, y los modos en que su voz fue apropiada por la cultura letrada, los cruces, desvíos, corrimientos y ajustes entre ésta y la cultura proveniente de la experiencia de la naturaleza, son algunos de los tópicos que el autor recorre y analiza con detalle científico, para el deleite de los estudiosos de las letras argentinas.


Julio Schvartzman es docente y e investigador de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, donde participó y participa activamente de la vida académica y gremial. Dictó clases de grado y posgrado en universidades de Buenos Aires, Uruguay, París, Estocolmo y Constanza. Anteriormente publicó La lengua de la conquista espiritual, Microcrítica y el volumen La lucha de los lenguajes, parte de la fundamental Historia crítica de la literatura argentina, colección que dirigió Noé Jitrik en 2003. La publicación de Letras gauchas por Eterna Cadencia forma parte de un interesante movimiento editorial por parte de esa casa editora, que de un tiempo a esta parte publicó títulos que son una referencia ineludible para el estudio crítico de la literatura argentina, con autores como Josefina Ludmer y Oscar Masotta y Silvia Molloy, además del propio Schvartman. 


Publicado en el suplemento de Cultura de Perfil el domingo 4 de agosto de 2013

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