Letras gauchas, de
Julio Schvartzman, es un volumen extenso y rico dedicado al análisis de
diversas expresiones de la literatura gauchesca que, lejos de sustraer aquellos
textos y analizarlos como piezas de museo, pone en diálogo muchos de los cantos
fundacionales de la literatura argentina con debates y tradiciones de
pensamiento universales.
Juan Francisco Gentile
Las tensiones entre oralidad y
escritura conforman uno de los núcelos de sentido centrales del surgimiento, la
historia y el desarrollo no sólo de la literatura, sino cultura argentina en su
conjunto. Allá por el siglo XIX, cuando intelectuales formados en Europa o
Estados Unidos retornaron a estas pampas para intervenir activamente en el
debate político-cultural sobre la conformación de un Estado y un ser nacional (como Sarmiento o Esteban
Echeverría, por nombrar dos casos emblemáticos), se produjo un choque de
culturas al momento de la interpretación y la dotación de sentido de aquellas
formaciones discursivas ya existentes en la cultura local, de fuerte arraigo
popular, ricas en localismos, con un desarrollo propio del lenguaje y una
tradición de difusión principalmente oral, por la ausencia de escribas y la aún
escasa expansión de la cultura letrada en el Río de la Plata y tierra adentro.
La letra hablada y la letra impresa, las marcas de la oralidad en la literatura
luego llamada “gauchesca”, la apropiación de la cultura criolla que se llevó
adelante desde la intelectualidad, los proyectos encontrados en cuanto a la
lectura que se hizo del gaucho (como rebelde y antisistema, como sujeto
buenazo, adaptado al orden imperante, que hace “gauchadas” o como una tensión
entre ambos sentidos) conformaron un complejo mosaico de líneas de pensamiento
que hasta hoy continúan en tensión. Julio Schvartzman, crítico, docente y uno
de los principales especialistas en literatura gauchesca de nuestro país, acaba
de publicar Letras gauchas, un
extenso trabajo que reúne una serie de ensayos críticos acerca las diversas
poéticas del género, ya no como parte del estudio de la tradición local sino en
el marco de grandes líneas de debate histórico, social, estético y político. A
través de largos trabajos, Schvartzman disecciona al detalle lingüistica,
conceptual, social, simbólica e históricamente los textos con los que trabaja,
lo cual constituye una virtud y un defecto al mismo tiempo: mientras que el
análisis es amplio, rico e interdisciplinario, abordando cuestiones
generalmente inadvertidas por aquello que comúnmente se lee y escribe sobre literatura
argentina del siglo XIX, el grado de especificidad de los temas que trata y de
los aspectos señalados es por momentos extremo y difícilmente entusiasme a un
lector no especializado.
Leemos
–acortamos para sintetizar-: “En el interior de una cultura de base oral, y
también en los amplios territorios orales que se extienden en el interior de la
cultura letrada, la cita tiene una función primordial. En latín, citare es
sobre todo poner en movimiento, a menudo con energía, y también hacer venir, llamar.
Cuando decimos `había una vez´ ponemos un embrague de narratividad, estamos
haciendo venir la situación y la atmósfera propicia para el relato (…). Pero
cuando un escrito cita una de esas fórmulas de la oralidad la operación tiene
una complejidad diferente (…) También hace venir, pero esta vez no meramente la
situación y la atmósfera del relato: reconstruye de otro modo, en el espacio de
la escritura, aquel ámbito perdido, estableciendo con él una aproximación
imaginaria y un corte. El texto funciona (…) como una curiosa partitura, que
tanto puede incitar a la devolución de la pieza al ámbito perdido de la
oralidad, como a reivindicar su propia consistencia, su soberanía espacial, su
sonoridad interna”. Schvartzman va hacia las profundidades del arte de narrar
historias, sus orígenes, sus movimientos estructurantes. Y lo hace
incisivamente, sin visitar lugares comunes, lo cual aporta un claro valor
agregado a este trabajo. El gaucho como sujeto político y social, su lugar
simbólico en el imaginario de la cultura rioplatense, y los modos en que su voz
fue apropiada por la cultura letrada, los cruces, desvíos, corrimientos y
ajustes entre ésta y la cultura proveniente de la experiencia de la naturaleza,
son algunos de los tópicos que el autor recorre y analiza con detalle
científico, para el deleite de los estudiosos de las letras argentinas.
Julio
Schvartzman es docente y e investigador de la Facultad de Filosofía y Letras de
la Universidad de Buenos Aires, donde participó y participa activamente de la
vida académica y gremial. Dictó clases de grado y posgrado en universidades de
Buenos Aires, Uruguay, París, Estocolmo y Constanza. Anteriormente publicó La lengua de la conquista espiritual, Microcrítica y el volumen La lucha de los lenguajes, parte de la fundamental
Historia crítica de la literatura
argentina, colección que dirigió Noé Jitrik en 2003. La publicación de Letras gauchas por Eterna Cadencia forma
parte de un interesante movimiento editorial por parte de esa casa editora, que
de un tiempo a esta parte publicó títulos que son una referencia ineludible
para el estudio crítico de la literatura argentina, con autores como Josefina
Ludmer y Oscar Masotta y Silvia Molloy, además del propio Schvartman.
Publicado en el suplemento de Cultura de Perfil el domingo 4 de agosto de 2013
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