domingo, 23 de octubre de 2011

Las civilizaciones bárbaras

La crónica como género reviste una de las más llamativas paradojas actuales: en los últimos años (pasando por alto lo arrojado durante todo elsiglo XX) produjo, con mucho, lo mejor del periodismo escrito. Sin embargo, goza de escasísimo espacio visible. Aunque el tema es largamente tratado en columnas de opinión (incluso de este diario), los medios gráficos, así como las editoriales que incluyen la no ficción en sus catálogos, no ofrecen espacios considerables para la crónica. Se trata de aquel periodismo que se aleja de las máximas técnicas del oficio y, sin dejar de lado la información novedosa, se desacartona y echa mano a recursos literarios y a la pluralidad de voces, al tiempo que incluye sin vacilaciones la subjetividad del autor (mala palabra para los cultores de lo más pacato de la profesión).     
 No obstante el cuadro de situación, existen algunos indicios que fundamentan cierto optimismo. A la atención puesta en los últimos años por la crítica y por algunas editoriales a la crónica latinoamericana (como los casos de los imperdibles Frutos extraños, de Leila Guerriero, y Nuestro Vietnam, de Daniel Riera, ambos publicados por Aguilar) se suma la buena noticia que reviste la colección “Crónicas del Continente”, dirigida por Riera y parte del catálogo de la pujante editorial Libros del Náufrago. La serie, que se inició con la reedición de La patria fusilada de Paco Urondo, se amplía con dos nuevos títulos de crónicas latinoamericanas: El empampado Riquelme, del chileno Francisco Mouat, y Bogotá, del colombiano Fernando Quiroz. Ambos títulos, aunque con estrategias diferenciadas, enriquecen el panorama editorial, a la vez que vuelven a colocar entre las novedades a este género que se perfila como el de mayor proyección entre lo mucho que se escribe en América Latina.
Francisco Mouat es uno de los más interesantes escritores chilenos de la actualidad. Mezcla de cuentista, novelista y cronista de la realidad, lleva publicados más de diez libros, entre los que figuran los exitosos Cosas del fútbol y Nuevas cosas del fútbol. Se lo puede leer todas las semanas en “Tiro libre”, la columna que escribe en El Mercurio.
 El empampado Riquelme es la crónica de la reconstrucción de un caso sencillamente increíble. Resumiendo: En febrero de 1956, un empleado estatal chileno de nombre Julio Riquelme Ramírez abordó el tren que lo iba a trasladar durante cuatro días con sus noches desde Chillán, al sur de Santiago, hasta Iquique, casi en la frontera con Perú, para asistir al bautismo de uno de sus nietos. Sólo su valija llegó a destino. Los pasajeros no pudieron aportar datos significativos acerca de cuándo ni cómo se bajó del tren. Declararon que perdieron su rastro cerca de una estación de carga con el sugestivo nombre de Los Vientos, en pleno desierto de Atacama. Cuarenta y tres años más tarde, en 1999, en el baño del aeropuerto Cerro Moreno de Antofagasta, un guardia encontró un sobre anónimo, con pertenencias de Riquelme y una nota en inglés que daba las coordenadas precisas de dónde se hallaba su cuerpo. El esqueleto fue encontrado junto a una cruz de piedra diecisiete kilómetros desierto adentro desde la línea ferroviaria. El autor se anotició por los diarios del hallazgo, e inició una labor intensa de reconstrucción del caso, que dio por resultado este libro, que a partir de la figura de Riquelme se multiplica y llega a indagar cuestiones como la familia, la relación padre–hijo, los viajes, el trabajo, e incluso la parapsicología. El empampado… es un libro sobre Riquelme, pero también sobre sus hijos y familiares (a quienes Mouat entrevista), su pueblo, sus esposas y sobre Chile. Incluso es un libro sobre Francisco Mouat haciendo un libro sobre Julio Riquelme.  Como Bogotá, de Fernando Quiroz, que es un libro sobre la ciudad que lo titula, pero también acerca de las muchas otras pequeñas, marginales, desatendidas, que componen a la gran urbe colombiana. Quiroz es un cronista neto. Editor de la sección cultural del diario Tiempo y colaborador estable de Cambio, Soho y Gatopardo, la edición de Bogotá es una reunión de dieciséis crónicas publicadas en distintas revistas, que tienen por protagonistas a linyeras, sepultureros, operadores de cines porno, prostitutas y curanderos, entre otros invitados a un gran banquete donde se sirven sobras.
  Si al finalizar la lectura de Bogotá es posible decir que, de algún modo, se estuvo en la ciudad y en sus rincones menos brillantes y más escondidos, al llegar al fin de las páginas de El empampado Riquelme la sensación es la de haber recorrido con los propios ojos el desierto de Atacama, (donde ni los cuervos se atreven, salvo los que no tienen donde ir, los “empampados”)  así como distintas localidades del interior chileno, donde el periodista se adentra y se topa de frente con vestigios del pasado colonial. Ancladas netamente en el territorio, las páginas de estas dos nuevas publicaciones ofrecen un acercamiento novedoso hacia uno de los mayores polos semánticos sobre los que giró la cultura americana desde sus más iniciáticas textualidades modernas: ciudad y desierto, civilización y barbarie.

Publicado el 23 de octubre de 2011 en el suplemento de Cultura del diario Perfil

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