lunes, 13 de julio de 2015

El pianista que quería ser escritor

Los autores consagrados son presentados en ocasiones como entidades uniformes sólo a través de su obra, dejando en segundo plano los avatares de sus vidas. La biografía, como género literario, es desdeñada con frecuencia por los formadores de opinión en materia de libros. Generalmente se le achaca detenerse más en aspectos biográficos, sentimentales y espirituales, fortuitos o curiosos, que en el análisis específicamente literario de la obra del autor. Según ciertas líneas críticas¸ los aconteceres vitales que atraviesa un escritor al tiempo que escribe la obra que se analiza son mundanos, menores. Así, el nombre propio impreso en lomo y tapas se traslada muchas veces de modo casi mágico, borrando en ese acto de sentido sus marcas biográficas, hilachas de humana imperfección que toda persona arrastra.


Afortunadamente, investigadores múltiples entendieron que  obra y vida son inseparables y que, siempre y sin excepción, entender más sobre la formación, el entorno, el contexto histórico y político, los ambientes que frecuentó un autor a lo largo de su vida, enriquece de modo exponencial la lectura de su obra. Tal es el caso de Felisberto Hernández. Vida y obra, del uruguayo José Pedro Díaz. Se trata del estudio más completo existente acerca de los avatares biográficos, y también literarios, del escritor montevideano.       
Separado en dos grandes apartados, uno enfocado en el aspecto biográfico, familiar, amoroso y sentimental de Felisberto, otro centrado en la obra del autor desde una perspectiva crítica, este estudio ofrece un panorama amplio de los temores, angustias, alegrías, fracasos y victorias del autor, en gran parte a partir de su propia palabra o la de sus íntimos. José Pedro Díaz ofrece al lector un recorrido desde el nacimiento hasta la muerte a través de las distintas correspondencias que mantuvo con las mujeres que protagonizaron sus principales relaciones afectivas. Lo primero que destaca en este sentido tiene que ver con lo tortuoso que fue para Felisberto Hernández llegar a convertirse en escritor, principalmente por haberse enfocado durante toda la primera etapa de su vida en ganarse su sustento diario como concertista de piano, pero también porque lo dominaba una necesidad imperiosa de aceptación de parte del ambiente de las letras, siempre reacio a aceptar miembros nuevos y sin apellido en su club.
No dejan de sobresalir datos acaso curiosos. La participación ocasional de Felisberto en nucleamientos políticos anticomunistas, en defensa del individualismo y de la “libertad en el arte”, es uno de ellos. Sus avatares de la mano de Jules Supervielle, otro. Pero la historia de su tercera esposa María Luisa De Las Heras, española y cuyo nombre de pila real era África, es la perla de la biografía. Esta mujer, a la que el escritor conoció durante su viaje cultural a París (aquel que todo escritor con voluntad de consagrarse en “el ambiente” debía realizar) era un alto mando de los servicios secretos de la Unión Soviética, quien se casó con él con fines netamente políticos e instrumentales. El libro de Díaz deja abierta la puerta, incluso, a la idea de que esta mujer fue clave para el asesinato de Trotsky, enviando información clasificada desde América Latina, lugar al que había podido ingresar legalmente gracias a su matrimonio con Felisberto.
En cuanto al análisis literario, José Pedro Díaz hace un recorrido pormenorizado de todos y cada uno de los textos literarios producidos por Hernández, partiendo de la hipótesis de su carácter inusual: “Ni el modo en que esta obra se gestó, ni su índole, ni la audiencia que tuvo, ni siquiera su encuadre generacional, son frecuentes”, señala el autor del estudio.

Vale la pena perderse entre las hojas de este libro, que supo deslumbrar a Julio Cortázar, un estudio  rico en información que deja una imagen compleja de Felisberto Hernández, exponiendo las contradicciones de un escritor central para la narrativa rioplatense.


Publicado en el suplemento de Cultura de Perfil

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