domingo, 22 de mayo de 2011

El octavo loco

Sentada en un banco de plaza, presumiblemente porteño o al menos urbano, una niña le hace preguntas a su padre. Entre ellos, se establece un diálogo con miras a un pasado oculto, silenciado, escabroso.  La conversación es el eje sobre el cual se desliza el argumento que Gustavo Dessal ensaya en Clandestinidad, su segunda novela. La historia, desarrollada a través de saltos temporales que intercalan un presente narrativo (en apariencia, coincidente con el presente histórico) con escenas de los años oscuros de la última dictadura militar en la Argentina, se enmarca en la tendencia que propone una vuelta al tópico de la última dictadura.
 A partir de las preguntas de su hija, el protagonista rememora su pasado como joven desclasado y luego como agente de la represión ilegal. Hay más de una reminiscencia arlteana: es un personaje que no encuentra lugar, ni voz, ni deseo ni clase. No va a la escuela en su adolescencia, es despedido por ladrón del único trabajo que consigue, no conoce el amor, no tiene diálogo con sus padres ni proyectos a futuro. Sólo le interesa vagar por las calles e ir a jugar al billar por las noches a un bar del bajo centro. Como el Erdosain de Los siete locos, la única forma que encuentra para librarse de su miseria es profundizándola. Así, conoce al Loco Galván (estereotipo del represor setentista: violento, machista, fascista y vicioso), quien le ofrece trabajar en “El hospital”, un centro clandestino de detención, donde toma parte de los muchos y largamente conocidos métodos de represión.        Como contrapartida, la historia se apuntala con el relato de una relación amorosa que el protagonista mantiene con una joven militante en los momentos previos al golpe de estado. Así, se coloca sobre el paño y con claridad el juego de contrapuestos: si él tiene la conciencia adormecida, ella es la conciencia social; él es singular, para ella es todo colectivo; él no opina ni pregunta, ella es puro posicionamiento; él tiene la sangre fría y ella es la soñadora incurable. En estos vaivenes se motoriza el relato, que avanza hacia la definición de un pavoroso perfil psicológico.
 Gustavo Dessal nació en 1952 en Buenos Aires. Además de escritor, es psicoanalista y miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Como psicólogo, se formó académicamente tanto en Buenos Aires como en París. Es frecuente autor de artículos en publicaciones especializadas en psicoanálisis. Además de Clandestinidad, Dessal publicó la novela Principio de incertidumbre, y los libros de cuentos Operación Afrodita y Mas líbranos del bien     

Publicado el 22 de mayo de 2011 en el suplemento de Cultura del diario Perfil




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