domingo, 10 de abril de 2011

Recuerdos de la muerte

La noche anterior al 25 de mayo de 1973, Francisco Paco Urondo, poeta, periodista y militante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), caminaba por los pasillos del penal de Villa Devoto con su grabador en la mano. Los cinco pisos donde permanecían encerrados los presos políticos habían sido tomados, en clara señal de desafío y triunfo. Al día siguiente asumía la presidencia Héctor Cámpora. El “tío” había prometido la liberación de los combatientes. A la luz de la historia, fue una pequeña victoria, acaso simbólica. Para los militantes, significaba la antesala de la anhelada patria socialista. En ese contexto, cerca de las nueve de la noche del 24 de mayo, Paco Urondo se reunió Alberto Camps, Ricardo René Haidar y María Antonia Berger, -los tres sobrevivientes de los acontecimientos que pasaron a la historia como “La masacre de Trelew”, en la que 16 miembros de las organizaciones armadas fueron fusilados tras intentar una fuga masiva del penal patagónico, el 22 de agosto de 1972- y durante siete horas, casi inmóviles, en una celda de cinco metros cuadrados, reconstruyeron los acontecimientos de Trelew. El producto de esas entrevistas fue La patria fusilada, el libro que contiene aquellos diálogos publicado por Crisis, la editorial de quienes también llevaron adelante la mítica publicación del mismo nombre entre 1973 y 1976. El libro firmado por Urondo vio la luz el 15 de agosto de 1973, con una edición de diez mil ejemplares. Quince días más tarde, el 30 de agosto, se imprimió la segunda edición de cinco mil ejemplares y el 17 de agosto se publicó su tercera y última tirada de otros cinco mil. Esas veinte mil unidades se vendieron como pan caliente, pero desde entonces, dictadura y neoliberalismo mediante, La patria fusilada permaneció inédito. 
 Hasta ahora, el libro era conocido casi como un mito. Quienes conservan ejemplares de su edición setentista lo atesoran con justa razón. Si bien posible hallar en Internet la desgrabación de las entrevistas, es una tarea detectivesca hacerse de un ejemplar impreso de la tirada de Crisis. Sin embargo, a partir de la semana próxima las librerías argentinas exhibirán en sus anaqueles la nueva y actualizada edición de este texto fundamental que la joven editorial Libros del Náufrago tendrá como parte de su colección de crónicas, dirigida por el periodista y escritor Daniel Riera. Para esta reedición, se respetó la de 1974, que incluía dos poemas de Juan Gelman (Condiciones, como prólogo y Glorias, como epílogo), una entrevista en la que Urondo desarrolla tanto sus criterios periodísticos como el contexto en el cual hizo las entrevistas, el diálogo central con Camps, Berger y Haidar y la conferencia de prensa que Berger, junto a Humberto Bonet y Mariano Pujadas ofrecieron en el aeropuerto de Trelew el 15 de agosto de 1972, previa a la rendición definitiva. Además, se agregaron tres capítulos: Los caidos (II) y Los juicios (I) y (II),  dedicados a los asesinatos de Urondo y Camps así como a la reposición de la información acerca del estado actual de los juicios contra los represores. También figuran en esta edición nuevas notas al pie que ayudan a ubicar al lector a seguir un diálogo que por momentos se torna un tanto críptico, al estar cargado de referencias en clave propias de la etapa histórica.
 En rigor, existen dos libros centrales sobre la fuga fallida que intentaron los militantes de las organizaciones armadas en Trelew: La pasión según Trelew, de Tomás Eloy Martínez, y La patria fusilada, de Urondo. El primero, es el libro de un periodista de inobjetable oficio, como fue Eloy. En él, se reconstruye la fuga desde las voces del pueblo, echando mano a todos y cada uno de los recursos de la crónica, desplegando múltiples testimonios. Pero el libro de Paco está hecho desde las mismas entrañas de la militancia revolucionaria. En La patria se puede leer, por momentos entremezclados y por otros sintetizados, al Urondo periodista (excelente entrevistador que, por sobre todo, deja hablar a los protagonistas), así como al escritor (la edición y organización del texto final pone al descubierto a un autor con amplia conciencia de la obra como una totalidad), al poeta (las entrevistas que aportan las condiciones materiales de producción ponen al descubierto su mirada siempre estetizante) y al militante.
 El texto genera la sensación de intrusión en un espacio privado, como si el lector formara parte de una comunión íntima que se produce entre los reclusos a través del diálogo y la reconstrucción de un suceso tan trágico como representativo. Camps, Berger y Haidar repasan en tiempo real los acontecimientos. Comentan, se corrigen, preguntan y repreguntan, hasta dar con el dato más certero. El clima es calmo y tenso a la vez: asistimos al relato de tres personas que sobrevivieron a un fusilamiento a manos del ejército, y que recuerdan cómo sus compañeros fueron asesinados en sus narices. En suma, La patria fusilada es un recuerdo de la muerte, documento histórico clave y pieza periodística sin precedentes, que se enmarca en un momento acaso extraño: la antesala de una victoria de la militancia revolucionaria argentina.

Publicado el 10 de abril de 2011 en el suplemento de Cultura del diario Perfil