miércoles, 28 de septiembre de 2016

Todos los Perlongher

Se acaba de publicar Correspondencia, un extenso compendio de cartas que el autor de Evita vive y Cadáveres envió a sus amistades literarias y personales. El trabajo cobra aún más valor con la orientación de la compiladora Cecilia Palmeiro, que a través de un trabajo archivológico de hormiga despliega un mapeo puntilloso de las obsesiones y el itinerario de Perlongher 


Polémico, irreverente, orgullosamente marica, disidente, comprometido, inspirado, militante, sensible, conflictuado pero con esperanza, vanguardista pero tradicional, rioplatense y cosmopolita: así fueron Néstor Perlongher y su obra, gema de la producción nacional de la segunda mitad del siglo XX. Si su figura experimentó un reverdecer en los últimos años con una serie de compilaciones, ediciones especiales y la proliferación de estudios sobre su influencia en el campo cultural argentino y latinoamericano, con Correspondencia, compilado y comentado detalladamente por la investigadora Cecilia Palmeiro, queda  ubicada definitivamente en contexto, ocupando un espacio dotado de claro sentido político y de sofisticada impronta estética.

Se trata de uno de los últimos epistolarios de escritor, con misivas escritas en los años previos a la explosión de la informática hogareña, las telecomunicaciones e Internet. Para la confección de esta edición, revolvieron hasta el fondo en sus archivos personales Ricardo Piglia y Beba Eguía, Sara Torres, Osvaldo Baigorria, Tamara Kamenzain, Roberto Echevarren, Néstor Latrónico y Daniel Molina, entre otros. 


El título elegido no le hace total justicia a la publicación. No estamos frente a un mero compendio de cartas. La información que agrega el trabajo documental y crítico de Palmeiro es tan central como los textos del poeta. A través de una interminable serie de notas, aclaraciones, traducciones de términos de la gíria paulista, referencias de época y contextualizaciones, el extenso conjunto de cartas que conforman este corpus vital cobra una dimensión diferente y articulada, insertándose así en un clima cultural de época e interviniendo no sólo en los debates del momento sino incluso constituyéndose como un sistema de ideas para pensar el devenir posterior de las temáticas que lo obsesionaron.
Cecilia Palmeiro, compiladora 

El ejercicio de la correspondencia constituye para Perlongher (que firma muchas de las cartas como “Rosa”) una suerte de “política de la amistad”: se busca compartir los proyectos, las desazones, los deseos, las dudas, y las inquietudes literarias, políticas y emocionales. La actualidad no sólo se filtra, sino que es tema central en varias de las cartas. La primera está fechada al principio de la última dictadura militar argentina, en mayo de 1976, y las sucesivas misivas reflejan los grados angustia cotidiana. Luego, desde su exilio voluntario en Brasil, registra el clima de ebullición político-cultural, conocido como el desbunde, donde la militancia y la intervención intelectual con perspectiva de género coincidió con el surgimiento y crecimiento exponencial del Partido de los Trabajadores (PT), la figura de Lula y el dilema integración o autonomía a ese movimiento social, hegemonizado por el clasismo sindical, el progresismo católico y marxismo heterodoxo. 

Es posible leer en este trabajo a muchos Perlongher: el poeta, en tanto buena parte de las epístolas están confeccionadas en una prosa poética voladora y provocativa, que desafía los límites del lenguaje, cultivando lo que el mismo autor llamaría primero “neobarroco”, para más tarde aplicarle la influencia cadavérica del barro rioplatense post vuelos de la muerte, construyendo así un “neobarroso” cosmopolita y trágico. El sociólogo, en la medida en que nunca deja de observar, registrar, clasificar, contrastar y analizar. El militante por la liberación de las minorías sexuales, partícipe de grupos en formación, donde discute, se informa, propone, reflexiona. Finalmente, se puede hallar también a un sujeto común con preocupaciones mundanas, que se quiebra los tobillos o sufre mal de amores, en pasajes símil diario íntimo.

El libro contiene varias perlas. Una de ellas es parte del intercambio que Perlongher mantuvo con el escritor cubano Reinaldo Arenas, con quien entabló una amistad exclusivamente epistolar. Otra: la carta-poema que escribe a su madre (figura ausente, de la que incluso su muerte no provoca registro alguno), hallada suelta entre los papeles personales de autor de sin fecha ni lugar. Otro momento curioso tiene que ver con el filósofo francés Felix Guattari, cuya visita a Brasil en 1982 causa revuelo en el ambiente artístico e intelectual, a tal punto que llega a sugerirse que el objetivo principal del teórico era intimar con un joven Lula para llevarse a Europa una muestra de su esperma y así poder alardear un affaire paulista y metalúrgico.  


Muestrario de obsesiones, mapa de un itinerario literario (Lamborghini y Lezama Lima, omnipresentes), emocional y político, Correspondencia se convierte en un diario de la enfermedad. Perlongher, acechado por el Sida, que termina por matarlo en noviembre de 1992, siente como una nueva cárcel al control médico y los tratamientos que en épocas pre cóctel eran infructuosos. Pero su sino fue romper cadenas y barrotes. Con estos papeles inéditos su figura batalla ahora ante su última y definitiva jaula, que fue la muerte. 


Publicado en el suplemento de Cultura del diario Perfil el 25 de septiembre de 2016