lunes, 22 de octubre de 2012

Fuerza colectiva


Acaba de publicarse Panorama Interzona. Narrativas emergentes de Argentina , una compilación de 28 autores de hasta cuarenta años de edad que incluye cuento, teatro, poesía y ensayo sobre ejes temáticos como la violencia, el sexo, el poder y el crimen, entre otros. La salida del libro es la excusa para dialogar con Elsa Drucaroff, escritora, crítica, docente y compiladora de la antología sobre cómo y por qué escriben los autores jóvenes.


Las antologías de jóvenes narradores ya son un clásico en el espectro editorial emergente de los últimos años. Se podría decir, sin riesgo de caer en grandes inexactitudes numéricas, que desde el quiebre social, cultural y político producido por la crisis del 2001 y la posterior recomposición del esquema institucional del país, asomó la mirada por sobre las ruinas humeantes una camada de narradores agrupada en torno a la construcción de una nueva subjetividad, echando mano a las nuevas tecnologías, al acceso masivo a Internet y a editoriales dedicadas a la difusión de lo nuevo, como Interzona, Entropía, Mansalva, Caja negra y muchas otras. La reciente salida de Panorama Interzona. Narrativas emergentes de Argentina, compilado y comentado críticamente por Elsa Drucaroff, antologa textos de 28 escritores de hasta 40 años, entre los que aparecen cuentos, poemas, obras de teatro y ensayos críticos, configurando de esta manera una concepción ampliada de la noción de Narrativa. “La nueva narrativa argentina tiene una relación fundante con las antologías, no porque la hayan hecho nacer, sino porque marcaron la toma de conciencia generacional –sostiene Drucaroff-. La primera vez que autores de generaciones de postdictadura pudieron manifestar públicamente `somos jóvenes y escribimos algo nuevo´ fue con La joven guardia, la antología de Maxi Tomas. A partir de esa movida, aparecieron  otras antologías que fueron imponiendo nombres y estéticas”.
La cuestión generacional es un tópico que genera intensos debates en los estudios culturales, y parece ser el trasfondo teórico de la proliferación de antologías y del concepto de Nueva Narrativa Argentina. Los parámetros para definir que se está frente a una generación de artistas en desarrollo, claramente diferenciable de sus antecesoras, contra lo que se puede adivinar en una primera aproximación, no parecen ser simplemente etarios: “Haber nacido en determinada fecha no coloca automáticamente a un autor en una generación, sino que ésta se forma a partir de haber vivido experiencias comunes de modos similares. Variables como clase social, lugar geográfico, contacto con hechos histórico-políticos y conciencia para procesar esos hechos, se vuelven fundamentales. No es tampoco un hecho cuantitativo: un grupo reducido puede definir una generación e imponer la agenda de problemas, como generación joven e innovadora, a una sociedad. Algo así fue el Grupo Contorno a fines de los años ’50. No es que toda la gente que nació el mismo año que Viñas, Jitrik o Rozitchner pertenece a esa generación, ni siquiera la mayoría. Y sin embargo, si pensamos históricamente, vemos a esa generación protagonizando y generando algo”, analiza Drucaroff, quien ya había ensayado caminos en este sentido en su libro Los prisioneros de la torre.
Panorama Interzona tiene por rasgo distintivo, por un lado, la gran cantidad de textos que integran la antología (32 textos en total), y lo variado de su composición temática, por otro. De esta manera, conviven textos poéticos, cuentos, piezas teatrales y ensayos en distintos apartados que tienen como ejes la violencia, los medios masivos, el sexo, los géneros, la política, el poder y el crimen, entre otros. Drucaroff lo explica: “Si algo me seduce en la Nueva Narrativa es que no hay estéticas obligatorias, sino una enorme variedad de estilos y libertad creativa. Quise reflejar también eso y no hice una antología uniforme, sino que mostré parte de este enorme abanico. Hay thriller, hay minimalismo, hay lenguajes innovadores, hay cuentos clásicos, hay comedia de costumbres, poesía trash y poesía culta. La narrativa propiamente dicha es una cierta economía discursiva que se expresa en las novelas y los cuentos, pero la narratividad puede aparecer también en otros géneros. Por eso el plural `narrativas argentinas´ en el título”.
Tal vez la reflexión más interesante que habilita la salida de una compilación como Panorama Interzona tiene que ver con cuáles son las principales motivaciones que encuentran los autores jóvenes para escribir, en una época en la que la sobre saturación de información irrelevante parece estar modificando decisivamente la dinámica a través de la que se desplaza la palabra escrita en todas sus dimensiones. “Es difícil responderlo –se sincera Drucaroff- ¿Cómo saber qué motiva profundamente a alguien a escribir, salvo generalidades como la urgencia por pensar cosas, construir mundos alternativos, reflexionar desde la ficción sobre la sociedad y la existencia? Hay gente que escribe motivada apenas por el más bobo narcisismo, y entonces escribe mal, por buena técnica que tenga. Pero eso no es porque sea joven o vieja. El gesto realmente artístico, donde el narcisismo, aunque participe, no define, tiene algo tan esencialmente humano que no se puede definir únicamente por generación o actualidad. Si durante las décadas de postdictadura los jóvenes escribieron mucho, y (algunos) muy bien, pese a que la sociedad no les daba la menor motivación para hacerlo, ni los leía ni sabía que existían, ya hace un tiempo que esto está empezando a cambiar y los jóvenes siguen escribiendo mucho y (algunos) muy bien, pero con otra alegría y otra fuerza colectiva para salir a buscar sus lectores”.

Publicado en el suplemento de Cultura de Perfil el domingo 14 de octubre de 2012